Escritos parroquiales
Pbro. Gustavo E. PODESTÁ

Número: 5
AGOSTO, 1995

LA ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

El año de la Mujer no parece querer desarrollarse con los mejores auspicios. La Conferencia Internacional a reunirse durante Septiembre, en Pekín, sufre, desde ya, influjos ideológicos que pretenden desnaturalizar el papel femenino, la función natural de la familia y el respeto por la vida humana.

Agosto, en uno de cuyos días -lamentablemente ya no feriado-, el 15, festejaremos la solemnidad de la Asunción , será un mes propicio para reflexionar sobre el verdadero feminismo cristiano.

El dogma de la Asunción , proclamado recién como tal en 1950, pero vivido desde siempre en la fe y piedad de la Iglesia Católica , nos muestra que la salvación del hombre, la culminación de la humanidad, su metamorfosis y acceso a lo divino, se da no sólo en la ascensión, promoción del varón, Jesús, sino recién en la ascensión o asunción de la mujer, María.

Porque la revelación bíblica afirma que ha adam -el hombre- no es solo el varón, sino el varón y la mujer. "Y Dios creó al hombre -ha adam-: varón y mujer lo creó"

La plenitud humana conseguida en la resurrección y ascensión de Cristo, el Hombre Nuevo, se realiza íntegramente cuando la Nueva Eva alcanza a su vez y mediante la cruz -ella vivió la misma cruz de su hijo, a sus pies- la gloria de la propia resurrección y ascensión. Es toda la opulencia de lo humano, en lo que tiene tanto de masculino como de femenino, la que es rescatada y elevada por la Pascua.

Estas realidades últimas nos están enseñando, pues, que la mujer tiene riquezas propias complementarias de las del varón y éste de las de la mujer, que de ninguna manera pueden hallarse única e indiscriminadamente en sólo uno ambos. El unisex no cabe en la naturaleza humana saludable e íntegra, ni las diferencias de varón y mujer pueden de ningún modo reducirse a un mero asunto de genitalidad; sino de psicología, sentimiento, talentos y, también, legítimas tradiciones culturales.

Aún en la espiritualidad cristiana el trato con Dios está mediado no sólo por el varón, Jesucristo, sino por María, la mujer; y cualquier espiritualidad que careciera totalmente de una u otra figura, ciertamente desviaría el recto relacionarse del hombre con Dios -así como en la educación de la persona intervienen complementariamente la figura viril, paterna, y la femenina, materna-.

La Asunción de la Virgen, de la Mujer , de la nueva Eva, nos señala el horizonte del auténtico feminismo, en el rescate glorioso de todos los valores propios de la mujer, y su sublimación, junto a los del varón, Jesús, a la derecha del Padre.

Desde allí, varón y mujer, Jesús y María, elevados a Señorío cósmico, como Rey y Reina de toda la creación, conducen nuestra historia social y personal, en la medida en que somos dóciles a sus sugerencias viriles y maternas, hacia la plenitud de la realización y ascensión a la cual ellos ya han llegado como cabezas de la humanidad.

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