Ejemplos de santidad

23 de Julio

San Francisco Solano

FE, ESPERANZA Y CARIDAD DE SAN FRANCISCO SOLANO

  Francisco nació el 10 de Marzo de 1549 en Montilla (Córdoba, España), hijo del alcalde Mateo Sánchez Solano y Ana Jiménez Gómez. Es un excelente estudiante y comienza a estudiar abogacía, pero a los 21 años se hace franciscano.

Seguirá estudiando y enseñando; ahora ilustrando su fe católica con la inteligencia.

Es un gran profesor y orador. Pero no solo eso, demuestra una enorme fuerza (esperanza) y caridad durante la grave epidemia de peste bubónica que devasta la ciudad de Montoro. Se hace tan famoso que ya no quiere estar en España porque eso le parece le fomenta el orgullo y la vanidad. Pide ir a África de misionero. Allí –piensa- nadie lo conocerá y podrá servir humildemente a Dios.

Sus superiores lo mandan, en cambio, a la Argentina, a la ‘custodia' franciscana de Tucumán, en la región del Chaco. Se dedica, también, a la conversión de los indios calchaquíes. Cuentan las crónicas que él mismo anuncia el cristianismo y bautiza, durante su ministerio, a 200.000 indios.

  LA FE DE FRANCISCO

  Cuando llega a la Argentina, no sabe una palabra de los muchos idiomas y dialectos de los indios. Se pone a estudiarlos con ahínco llevado por su fe ¡y ayudado por ella! Siempre hemos de recordar que la fe católica es una luz superior que ayuda a nuestra inteligencia aun para conocer lo humano. Cuenta un compañero de Fray Francisco: “Vio que aunque las lenguas que los indios de aquellos pueblos hablan son distintas y muy dificultosas de aprender, las supo, aprendió y entendió el dicho Padre en tan breve tiempo y tan elegantemente, que los indios decían que no era posible, sino que era indio o hechicero”.

En otra relación compuesta en Tucumán, a pedido del arzobispo de Lima, se dice que Francisco, en quince días, aprendió “la lengua tonocoté, que es la general que corre en aquellas provincias, la cual es muy dificultosa de hablar, porque apenas se puede escribir. Las aprendió tan bien como los indios y con mayor propiedad, y que en ella les predicaba.” Pero aún sucedió que entendía las lenguas que ni siquiera había podido estudiar. En esa misma relación se dice que “estando un indio lule, de diferente lengua de la general [tonocoté] que el dicho siervo de Dios hablaba, enfermo, le fue a ver el padre Solano. El indio estaba tan enfermo que apenas podía hablar. No se amilanó fray Francisco por asunto para él tan sencillo “y a grandes voces le dijo que le hablase, que aunque fuese en su lengua le entendería”. Abrió tamaños ojos el indio, como quien despierta amodorrado, “volvió en su habla y pidió al siervo de Dios que le catequizase y enseñase la ley de Dios porque no estaba bautizado”. Así lo hizo fray Francisco: y como le “dio a entender nuestra santa fe y los bienes que se seguían del santo Bautismo [...], el indio fervorizado de amor de Dios le pidió le bautizase. Allí mismo administróle el siervo de Dios el agua regeneradora”.

LA FUERZA DE LA ESPERANZA DE FRANCISCO SOLANO, “¡CRISTIANO TORO!”

(como les decían los indios a los hombre valientes)

  El alguacil mayor de la ciudad de Nuestra Señora de Talavera de Esteco (Destruida por un terremoto en 1692. Estaba situada en Salta, departamento de Metán, a orillas del río Salado) y el capitán Bernardo García, cabalgaban hacia el pueblo indio de Socotonio, cuando un toro bravo les salió al camino. Nuestros dos héroes echaron a toda rienda por el monte, al pase que fray Francisco llegaba a pie, solo y sin precaución. Y el mismo alguacil de Esteco relata ”...que llegando el animal muy furioso al siervo de Dios fray Francisco Solano, se le arrodilló el dicho toro y le pasó el hocico por las manos, como besándoselas, y se volvió al monte dejándole proseguir su viaje”.

LA VALENTÍA DE LA CARIDAD DE FRANCISCO SOLANO

  Los enfermos son imagen de Jesús doliente. Por eso Fray Francisco los quería entrañablemente. En las afueras de Trujillo, Perú, donde Francisco terminó sus días, vivía una mujer tullida y leprosa. Nadie la frecuentaba por miedo al contagio y asco a su persona. “No había persona que della se acordase –cuenta una testigo- por la hediondez que tenía, porque estaba muy asquerosa [...]” Y continúa el relato “y vía esta testigo que todos los días que salía el padre Solano de su convento con su compañero, llevaba las mangas del hábito llenas de regalos; y pasaba por la casa desta testigo y le pedía algunas veces si tenía algunos regalos que darle.” Y María de Ortega –la testigo-, le preguntaba “dónde iba cargado con aquellos regalos, y le respondía [Francisco Solano] que iba en casa de una enamorada que tenía”. La de Ortega “hizo diligencias [...] y vido y supo que salía fuera del pueblo, a casa desta pobre mujer leprosa, y le llevaba los regalos, y la limpiaba, y hacía la cama, y la daba de comer con sus manos”. Agrega otro testigo, que “la besaba los pies y las manos con gran caridad [...], y la exhortaba a que sufriese aquel mal por amor de Dios”. Y, cuando fray Francisco “salía de la dicha casa... se iba al hospital de aquella ciudad, y hacía lo propio. Esta conducta observaba todas las veces que salía de su convento, porque no salía a otra cosa”.

de "De todo un poco" lección 5 - Catecismo - tomo II

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