INICIO

Sermones deL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Pbro. Gustavo E. PODESTÁ


Adviento

 

1983. Ciclo C

15º Domingo durante el año

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 25-37
En aquel tiempo: Un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?» Jesús le preguntó a su vez: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?» El le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo» «Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida.» Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: «¿Y quién es mi prójimo?» Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: "Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver" ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?» «El que tuvo compasión de él», le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: «Ve, y procede tú de la misma manera»

Sermón

Como Vds. saben “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo” no es estrictamente, un mandato original del cristianismo, al menos en su tenor literal. Se encuentra ya, la primera parte –la del amor a Dios 1- en el libro del Deuteronomio (6, 5). Y la segunda, el amor al prójimo, en el Levítico (19, 18.34), que dice así: “No serás vengativo ni guardarás rencor a tus conciudadanos. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy Yahvé

Ni siquiera es totalmente original la unión de ambos mandatos en uno solo. Ya en el Deuteronomio es obvio que el amor a Dios no es un mero sentimiento piadoso a Su respecto, ni prácticas culturales aisladas, sino que se demuestra en el cumplimiento de los mandamientos, en especial los que se refieren a la justicia con los demás. Justamente una de las novedades que introduce el antiguo Testamento con respecto al resto de las religiones paganas es la profunda vinculación que existe entre el amor a Dios –la religión, la ‘ eusebeia '- y la ética.

Contrariamente a otras divinidades paganas, cuyo objetivo, al crear al hombre, es encontrar adoradores, servidores, el Dios del Antiguo Testamento lo único que busca es el bien de su pueblo. Él no necesita del hombre.

Solo puede amar a Dios, pues, aquel que busca su mismo objetivo: el bien del hombre, el bien del prójimo.

Esto ya surgía del espíritu de fondo del Antiguo Testamento. Por eso Lucas –a diferencia de Mateo y de Marcos que tienen otros interesase teológicos en sus respectivas exposiciones paralelas a este pasaje- pone el doble mandamiento en labios del escriba y no de Jesús. Ya que supone que era opinión común entre gran parte de los judíos el hecho de que toda la ley estaba al servicio del decálogo y que el decálogo en el fondo se reducía a este doble precepto. No nos interesa ahora elucidar si esta hipótesis de Lucas es correcta o no.

Lo que en cambio, según Lucas, no estaba de ninguna manera claro era ‘quién' debía ser considerado ‘prójimo'.

El término griego que nosotros traducimos como ‘prójimo' es ' plesion ' que significa ‘el que está cerca', ‘el vecino' –de la raíz ‘ ple ' que quiere decir ‘cerca', ‘junto'. En la versión de los LXX dicho término griego traduce el hebreo ‘ reaj ' que viene de un verbo que se usa para describir el ‘ tener trato o familiaridad con alguien ' y puede designar pues cualquier tipo de relación humana. A veces ‘ plesion' traduce el hebreo ‘ aj ', ‘consanguíneo'. De todos modos tanto ‘ reaj' como ‘ aj' , e. d. ‘ plesion' , prójimo, está en el vocabulario judío claramente contrapuesto a ‘ ger' el forastero o el extranjero.

Sin embargo en el uso del vocablo notamos un progreso. En los textos más antiguos del AT ‘prójimo' se aplica solo a los miembros de la misma aldea o, aún, de la misma clase. Más tarde se amplía el término y se usa para designar al compatriota pobre o necesitado. Posteriormente, ‘todos' los compatriotas son para el israelita ‘prójimos'.

Según la redacción final del Deuteronomio la praxis que hay que observar con los pobres, pues, debe extenderse a todos los compatriotas. El amor al prójimo es, pues, por encima de cualquier ‘derecho', una ‘actitud' fraternal y solícita hacia cualquier miembro del pueblo de Dios.

Para esta época también se recomienda el respeto al extranjero. Pero el ‘ger' nunca será considerado en el judaísmo como prójimo a ser amado.

Y aquí está, justamente, para Lucas 2, la novedad de Cristo: ‘prójimo' no son solo mis hermanos, ni mis vecinos, ni mis compatriotas, sino ‘cualquier' hombre. Esto por supuesto no quiere decir que, del amor ‘concreto' a los míos, tenga que pasar a un amor ‘abstracto' por ‘la humanidad', o por los polacos allá en Polonia o por los que se mueren de hambre allá en la India. No. El prójimo sigue siendo ‘el que está cerca', el hombre de carne y hueso y nombre y apellido con el que me encuentro verdadera y personalmente. No aquel que amo a través de un documento; o el que protejo con declaraciones, mienta tomo el avión que me llevará a Europa; ni por el cual declamo desde la televisión. Esas declaraciones que no cuestan nada sobre el obrero, el hambre o la injusticia y los derechos humanos.

Cristo continúa hablando del hombre ‘bien concreto' cuyo amor me da trabajo y me compromete y me hacer realmente dar algo de mí mismo. La persona, no el número, no la masa, no la abstracción y la teoría.

Pero el prójimo no son solamente los míos, ni los que me resultan simpáticos o útiles, ni los de mi misma ideología o facción, sino que prójimo es ahora cualquier semejante necesitado con el que me encuentro.

The-Good-Samaritan-1685.jpg
Luca Giordano 1685, Napoli

Pero, vean Vds. que Lucas, en la parábola del samaritano, va más allá todavía de su aparente significado. No se trata solamente de que ‘también el samaritano', raza extranjera y odiada por los judíos, debe ser alcanzado por el amor al prójimo.

Fíjense que la respuesta de Jesús al escriba por medio de esta parábola en realidad no contesta directamente la pregunta teórica del escriba “¿Quién es mi prójimo?” Para explicar lo que hemos venido diciendo el ‘samaritano' debería haber desempeñado el papel del herido y un ‘judío' cualquiera el que lo ayuda y cura. No. Acá no se trata de una respuesta teórica al modo de “cualquier herido es un prójimo que merece ayuda”. Eso ya está como supuesto. Jesús ya lo da eso como problema resuelto.

Lo que hace Cristo es invertir el sentido de ‘prójimo'. El prójimo ya no es propiamente el ‘objeto' de la acción sino que el mismo ‘sujeto' de la acción es quien se ‘aproxima' y ayuda al otro. La ‘projimidad' que predica Cristo no es solamente considerar a todos iguales, sino que surge cuando se ayuda y asiste, cuando uno se acerca al otro.

Amar al prójimo no es solamente vivir para uno mismo y ayudar a aquellos con los cuales uno se encuentra. Sino salir al encuentro del necesitado, aproximarse, morir a uno mismo y tener como horizonte y sentido de la vida entregarse en el servicio a Dios ya los demás. No es cuestión de quién es un ‘prójimo', sino que yo debo hacerme prójimo de los demás.

Good-Samaritan-Sept07-DE8342sAR800.jpgVitral del buen samaritano, Chartres, c. 1230

El samaritano, a través de su acción misericordiosa, se convierte en mi prójimo y me invita a hacer lo mismo. “Vete y haz tu lo mismo”. Si, el ‘hecho' antes que la invitación, la ‘praxis' antes que la teoría, el ‘evangelio' antes que la ley.

Vean, en el fondo, –en la intención del relato de Lucas-, el samaritano es Cristo, por eso esta parábola sintetiza los dos mandamientos. Cristo despierta en nosotros, hombres golpeados y rotos, el amor a Él. Porque, en Él, Dios se aproxima a nosotros y nos cura, nos perdona, nos da ganas de vivir y, ahora, nos dice ‘ andá y hace lo mismo '.

Para que toda tu acción de cristiano, toda tu simpatía por los problemas de los demás, todo tu aproximarte al otro en ayuda y servicio, en compasión y en fuerza, en pala y espada, despierte en ellos el amor: el amor al Dios que inspira el tuyo y el amor a los demás.

Sin duda que con ello harás mucho más que con tus grandes discusiones, palabras y declaraciones.

1 En los catecismos castellanos, en sus versiones del Decálogo, se coloca este mandamiento en el lugar del primero, que en los originales de Éxodo (20, 1-17) y (Dt 5, 6-22) reza distinto, tal como se traduce en otras lenguas occidentales.

2 Otra cosa será la virtud teologal de la caridad o el amor cristiano. Solo con esa ‘fuerza de lo alto' podemos llevar adelante la práctica del amor samaritano del cual habla Lucas.
MENÚ