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Sermones deL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Pbro. Gustavo E. PODESTÁ


Adviento

 

2004. Ciclo c

4º Domingo durante el año  
(GEP 01/02/04)

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 4, 21-30
Entonces comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír». Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es este el hijo de José?». Pero él les respondió: «Sin duda ustedes me citarán el refrán: "Médico, cúrate a ti mismo". Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaúm». Después agregó: «Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio». Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.

SERMÓN

           Siempre hemos de ubicarnos, cuando leemos el evangelio, no solo en el supuesto hecho que éste refiere, sino en las circunstancias de quien, varios años después, lo recuerda y describe: el evangelista, en este caso Lucas, a quien nos hemos referido el domingo pasado. En realidad cualquier historiador, por más que quiera referirse a eventos pretéritos, lo hará prefiriendo aquellos que significan algo para sus lectores contemporáneos. Si, por ejemplo, uno recorre los diarios de la época de nuestra guerra de las Malvinas, verá como, en los suplementos, abundaban los artículos y referencias a la primera y segunda invasiones inglesas. Hace mucho, en cambio, que no aparece ningún artículo al respecto. En cambio, sí, a nivel mundial, se multiplica la literatura sobre el antiguo Islam, sobre Mahoma, sobre las civilizaciones mesopotámicas... Son las circunstancias presentes las que determinan la selección o el interés sobre asuntos pasados.

Una manera pues de tratar de comprender cualquier pasaje del evangelio es preguntarse qué interés persiguió el evangelista al recordarlo y porqué lo ubicó en este lugar de su relato, -al modo como los editores de los diarios eligen qué es lo que va en primera plana y que lo que se deja para la página nueve-.

Una de las cuestiones, decíamos el domingo pasado, que Lucas, tanto en su evangelio, como en su continuación, los Hechos de los Apóstoles, ha de enfrentar es el rechazo de aquellos a quienes en primer lugar Jesús había intentado dirigir su mensaje: la dirigencia y la mayoría del pueblo judío, los supuestos herederos legítimos de las antiguas promesas. Ellos no solo no habían aceptado a Jesús, sino que, en una hostilidad cada vez más acentuada, habían terminado ajusticiándolo. A pesar de ello, Jesús sale indemne de esa afrentosa muerte mediante el triunfo de la Resurrección.

Los Hechos de los Apóstoles muestran el mismo proceso. El Sanedrín y la Sinagoga, a pesar de la evidencia del triunfo del Señor, continúan rechazándolo y persiguiéndolo en sus discípulos, muchos de los cuales sufren juicio y muerte, siguiendo los pasos del Señor. La predicación hecha a los cercanos, a los judíos, que prácticamente termina en el fracaso, se abre ahora a los no descendientes carnales de Abrahán, rompe el racismo judaico, se vuelca a los llamados gentiles, los no hebreos.

También ellos, ciertamente, y ahora con mayor encono, serán insidiados por el judaísmo oficial que, incluso, influirá en las autoridades romanas para terminar con ellos. Alguien ha sostenido que todo el evangelio de Lucas y de los Hechos es una gran requisitoria o defensa elevada al imperio romano para afirmar que, de ninguna manera, el cristianismo quiere subvertir las leyes romanas y todos los males entendidos parten de falsas acusaciones de los judíos.

También es significativo el que Lucas coloque este discurso en Nazaret, en primera plana, digamos, como la primer proclamación pública de Jesús. Con su consecuente reacción parcialmente favorable, pero, luego, francamente adversa y homicida. Ello es un importante indicio de que Lucas quiere prestarle un interés especial ya que él mismo afirma, en este mismo pasaje que ya Jesús había hablado y desarrollado actividades en Cafarnaún. Sin embargo, Lucas ubica como el primer episodio relevante de la actuación de Cristo, éste de Nazaret. Como si fuera una especie de resumen, de prólogo comprensivo, de todo lo que pasará después.

Nada menos que Nazaret, el lugar donde Jesús se había criado. No había nadie que pudiera ser más cercano al Señor que los nazarenos, sus compatriotas. Y justamente son ellos, los más íntimos, los que más debieran haberlo reconocido, quienes cegados por esa misma proximidad y familiaridad, se niegan a aceptarlo en su afirmación de que en El se cumplen las profecías mesiánicas del último Isaías. « Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acabáis de oír . » Una alegoría, pues, una parábola, de la actitud del pueblo judío en general.

Y en la escena se va pasando de la admiración, del elogio, de la aprobación de su sabiduría, primero, al escepticismo, « ¿ No es éste el hijo de José ? » . Luego, a la exigencia de signos, de realizaciones. Llevados precisamente por esa misma familiaridad que los une a él. Carentes de esa humildad, de ese respeto, que suscitaría quizá un charlatán que viniera de afuera, un desconocido.

Al final, ante la advertencia de Jesús que en esa actitud podrían perder la oferta de la salvación, que se trasladaría a otra gente, a otros pueblos, personificados en la viuda de Sarepta, en Naamán el sirio -sirio, recordemos es, probablemente, Lucas-; ellos mismos tildados de hambrientos, carenciados, leprosos: la reacción desorbitada, homicida, la intención de despeñarlo, lo que harán finalmente en el escarpado Calvario... Y Jesús, que pasando en medio de ellos, continúa su camino, hacia la Resurrección....

Historia pues paradigmática que se repetirá luego incansablemente no solo en tiempo de Lucas, sino en todos los tiempos.

La prédica de Lucas y, más tarde, la de cristianos que se acercaron a las grandes realizaciones jurídicas romanas, y las científicas y filosóficas griegas, mostraron al universo entero que el cristianismo no era una secta o cuña racista introducida en lo nacional o lo humano para sofocarlo o dominarlo o globalizarlo uniformemente, sino la plenitud divina ofrecida a todos los pueblos llevando a su realización total a lo mejor de la cultura de cada uno, respetando su idiosincracia. De hecho lo griego y lo romano, como luego la nueva sangre y fuerza de las naciones bárbaras se incorporaron armónicamente al cristianismo y crearon la gran civilización occidental de cuyos fragmentos en disolución aún vive lo mejor del mundo contemporáneo. Cuando los influjos talmúdicos y cabalísticos judaicos lograron -mediante el protestantismo, la revolución francesa y el marxismo- disolver el pensamiento cristiano y llevar al mundo a su situación actual, regresamos, paulatinamente, sin darnos demasiada cuenta, a la situación de persecución original. Y eso, a pesar de los intentos desafortunados de los hombres de Iglesia, desde el Vaticano II , de hacerse más simpáticos a los poderes del mundo y los fautores de la revolución anticristiana.

Como los nazarenos, porque el cristianismo es lo más conocido entre nosotros, el 'hijo de José' de nuestras culturas herederas de la cristiandad, en estos momentos, salvo algún reconocimiento formal -como cuando habla el Papa coincidiendo personalmente con las opiniones políticamente 'correctas', "¡ qué sabiduría ", " qué extraordinario ", " qué bondadoso anciano "...!- la Iglesia es lo único que realmente se persigue. Lo enemigo es lo católico. Y, cuando el 'bondadoso anciano' es el que se atreve a afirmar, en contra de las corrientes del mundo, verdades cristianas, allí se acabó su aceptación. Programas de televisión, novelas, cine, radio, legislación, política, educación... todo, cada vez se hace más desembozadamente anticatólico... Desde la negación de los más elementales principios de la moral, hasta las posiciones ideológicas más extremas, lo que se considera 'políticamente correcto', lo que cada vez atrae más votos, más simpatía estadística, más 'rating', es siempre groseramente anticristiano...

Sostener posiciones, ya no digo católicas, sino de mero sentido común, es medieval, cavernario, retrógrado... Cualquier exceso, cualquier inmoralidad, crimen, empezando por el adulterio o el aborto y llegando a la blasfemia y el sacrilegio, es signo de libertad de espíritu, de modernidad, de progreso, de libertad....

Erradicada de todas las constituciones y legislaciones del mundo la referencia al único Dios, Uno y Trino, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de la historia y Rey del universo, finalmente, la Iglesia Católica, como ya denunciaban, sin los tapujos actuales, los grandes Papas, desde Gregorio XVI a Pío XII , arrinconada junto a cualquier mamarracho de superstición o caricatura de religión, termina no solo por ser igualada a cualquier error o ideología, sino por ser la más perseguida y prohibida de todas las instituciones. Se desmantelan crucifijos e imágenes de nuestra Señora; se ahoga económicamente a la escuela católica; se votan, como en Francia, leyes que prohíben en determinados ámbitos toda manifestación religiosa -con lo cual lo primero que cae es lo cristiano-; se reniega, incluso -nada menos que en la constitución de la Unión Europea y a pesar de los pedidos del Papa- de toda mención a sus orígenes cristianos... Se dictan, por último, leyes 'antidiscriminatorias' que llevan en su seno la ponzoña de que pronto, cuando se intente predicar el evangelio, la existencia de Dios, la verdad única del cristianismo, los diez mandamientos, terminarán por conducir, por discriminación, a la cárcel a los que enseñen el catecismo... Como se lleva a la cárcel o al exilio, en ciertos países de Europa, a los que osan dudar de la historicidad del holocausto o multan a los que prefieren empleados bien viriles o bien femeninos, a homosexuales activos 'contagiosos'.

Y no dudemos: todo esto irá 'in crescendo'. En pocos años, una predicación como ésta será punible; y aún habrá feligreses, 'nazarenos', que la denunciarían. Pronto el cristianismo no podrá predicarse en serio ni siquiera entre los cristianos. No se podrá ser profeta en la propia tierra.

Vayan dándose cuenta de esta deriva los grandes que pretenden vivir y enseñar todavía el cristianismo de siempre a sus hijos o nietos ... perciban la respuesta que reciben; o los jóvenes que quieren vivir como verdaderamente cristianos en este ambiente y modas cada vez más corruptos; o el que, con ambiciones de querer actuar en política, pretende defender posiciones católicas... Si no ceden al ambiente -como notorios tristes ejemplos nos lo muestran- ¿qué les pasa? Desaparecen. Como los escritores, los artista, los actores, los cineastas católicos... ¿Dónde están? ¿Quién les ofrece espacios? ¿Quién les da lugar en las vidrieras de las librerías, en las críticas literarias de los diarios, en las carteleras de los cines? ¿En qué programa pueden actuar manifestando sus convicciones sin que inmediatamente no pierdan el apoyo de la producción o de los anunciantes o de la crítica?

Lucas hoy nos lo dice claro. Eso le pasó a Cristo entre los suyos. Eso, si quieren ser cristianos en serio, les pasará a ustedes. Pero no tengas miedo. Pasando en medio de ellos, continúa, impertérrito y valiente, tu camino. Y, al final del camino: la Pascua del Señor.

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