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Sermones deL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Pbro. Gustavo E. PODESTÁ


Adviento

1980. Ciclo B

32º Domingo durante el año

Sermón

           LA DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE SAN JUAN DE LETRÁN

Jn  4,19-24  (GEP 09/11/97)
       

Oímos: “Fuentes informadas del Vaticano”. “Existe gran preocupación en el Vaticano”. “Un vocero del Vaticano”. “El Vaticano da su decidido apoyo a los polacos.” “El Vaticano condena a Hans Küng”. Y todos sabemos, inmediatamente, que aquello de lo cual se está hablando es del diminuto Estado donde reina el Papa o del Papa mismo, cabeza suprema de la Iglesia Católica.

Y, sin embargo, esta identificación del Vaticano con el papado es relativamente reciente; y, yo diría, hasta errónea. Porque de lo que hay que seguir hablando es de Roma y del Papa u Obispo de Roma. Y son Papas, precisamente, porque son obispos de Roma, sucesores de Pedro.

En realidad el Vaticano ni siquiera pertenece a la Roma histórica. Como Vds. recuerdan, la Roma original estaba formada por el ‘ Septimontium ', los famosos montículos Palatino –perteneciente a los latinos-, Capitolio - luego acrópolis de todos-, Esquilino , Viminal y Quirinal –de los sabinos-.



En época republicana, cuando se ampliaron las murallas, éstas incluyeron también al Quirinal, al Celio y al Aventino. Finalmente, el emperador Aureliano, en el 274, cuando mandó construir nuevas y más amplias murallas –que son las que aún hoy ven los turistas en Roma- incluye parte del Janículo , el Pincio y el Campo de Marte .

Pero, del otro lado del TÍber, al lado del Janículo, existía en esa época un oscuro suburbio, una especie de villa miseria, en un gran espacio abierto y elevado, llamado el ‘ Ager Vaticanus' , el Campo Vaticano –así llamado porque, en época etrusca, allí se practicaban los ‘vaticinia' o vaticinios-. Existían, además, algunas quintas. Calígula había mandado construir en el lugar un circo, luego mejorado por Nerón –e. d. una pista de carreras y, ocasionalmente, combates-. Cerca, se había instalado un cementerio para gente pobre. Aún en el Medioevo ese barrio alejado era llamado “il Borgo”, como una especie de población satélite de Roma, una especie de Quilmes o de Avellaneda, pero de apenas unos centenares de habitantes.


Ager Vaticanus, época romana

Si a algo debe su fortuna ese oscuro barrio, es precisamente al circo de Calígula, porque allí, durante la persecución de Nerón, sufrió el martirio el pescador Pedro, que luego sería enterrado en el cementerio aledaño.

Cuando Constantino tomó el poder a principios del siglo IV y se convirtió al cristianismo, mandó construir, en honor al primer Papa, una enorme basílica, colocando el altar precisamente sobre esa tumba y, para eso, aplanando la colina vaticana y rellenando de tierra el cementerio. Hoy cualquier turista puede visitarlo, pidiendo permiso a la Dirección de Estudios Arqueológicos Vaticano, ya que ha sido nuevamente dado a luz en excavaciones hechas debajo de la grandiosa basílica de Miguel Ángel.

Por supuesto que los papas al comienzo y durante casi toda la historia de la Iglesia, no vivían allí, en Quilmes, sino en la Capital.

¿Dónde?

Sobre dónde vivieron Pedro, Lino, Cleto, Clemente y los otros primeros papas, poco sabemos. Probablemente en casas particulares, modestísimas. Muy tempranamente habrán tenido casa propia, pero su emplazamiento no lo conocemos. Sabemos más de sus lugares de martirio, prisiones y tumbas que de los sitios donde vivieron.

Los cristianos no eran mirados al comienzo con gran simpatía por los romanos. Pensaban que no eran más que una secta judía y, ni siquiera les concedieron gran importancia. Vds. tienen que pensar que, cuando Pedro llega a Roma, en la capital, con una población de alrededor de un millón de habitantes, había treinta mil deidades distintas -según cómputos más o menos fiables- todas con sus sacerdotes y cultos particulares. El Imperio todo lo asimilaba, con tal de que cada una de las deidades supremas fuera identificada con el poder de Roma y del emperador. Eso, al menos, desde la época de Nerón. Era una manera de poner las religiones al servicio del Estado. Y siempre que no molestaran a las otras: un sano pluralismo, pues.

Pero, cuando los cristianos comienzan a hacerse notar en el prodigioso crecimiento de sus adeptos, las autoridades empiezan a preocuparse. Porque resulta que el cristianismo no solo, insólitamente, se declara la única religión verdadera y tilda de falsos a los demás dioses, sino que se niega sistemáticamente a rendir culto al emperador. Más aún: afirma que Dios no está al servicio del Imperio, sino al revés. Es allí cuando comienzan las persecuciones.

Pero, mientras tanto, el imperio romano ha crecido tanto que los emperadores cada vez menos pueden gobernarlo desde Roma y, por ello, casi ni residen allí. Después de Alejandro Severo hubo emperadores que ni siquiera conocieron la ciudad, como Maximiano y Decio. Diocleciano, el gran reorganizador del imperio, en el 280, finalmente, estableció su capital en Nicomedia, en el Asia Menor, desde donde gobernaba como Augusto todo el Oriente. En Occidente puso a otro Augusto, Maximiano, con su capital en Milán. Cada uno de ellos, a su vez, nombró a un César: Diocleciano a Galerio , capital Mitrovizza, en la actual Yugoeslavia. Maximino a Constancio Cloro, capital Tréveris, en Alemania. Así se formó la famosa ‘tetrarquía' en la cual Roma no cumplía prácticamente ningún papel, ni siquiera de segundo orden. Era solamente una gran ciudad, con su antiguo prestigio y sus viejos monumentos. Quedaban el inútil senado, los teatros y circos, los palacios de los viejos nobles, las intrigas, los salones intelectuales y las pretensiones. Pero el cerebro y el corazón habían emigrado a otra parte.


Tetrarquía, Venecia

División de Diocleciano

Un ‘prefecto' gobernaba la ciudad y, lejos de la vigilancia imperial, poco a poco, con cada vez mayor corrupción y desfachatez. A la nobleza decadente que allí quedaba solo le interesaba la farra y la ‘dolce vita'. Era lógico que, poco a poco, al pueblo romano se diera cuenta de la diferencia entre esta administración corrupta y voraz y la administración austera y fuerte del grupo cada vez más numeroso de cristianos, con su Papa y sus diáconos a la cabeza. Cuando Constancio Cloro, el César de Tréveris, muere en Inglaterra, las tropas proclaman César a su hijo Constantino. Mientras tanto también muere Maximiano en Milán y varios se disputan entonces su título de Augusto, entre ellos Licinio y Majencio. Las tropas de Constantino deciden que éste es el que tiene que ser Augusto y Constantino humildemente accede.

Marcha con sus soldados desde Alemania hacia Italia y va venciendo sucesivamente a todos sus adversario. La batalla decisiva la libra contra Majencio precisamente en las afueras de Roma, en las cercanías del famoso puente Milvio, donde Majencio es derrotado y muerto.


Ponte Milvio

Pero resulta que la mayoría de los soldados de Constantino eran cristianos. Por eso, una de las cosas que se apresura a hacer el nuevo Augusto es declarar, en Milán, el año 313, la tolerancia al cristianismo. Poco después marcha sobre el Augusto de Oriente, lo derrota y vuelve a reunificar el imperio, ubicando su capital en Bizancio a la cual rebautizará Constantinopla que, más tarde, tomada por los musulmanes se llamará y se llama Estambul –deformación del griego ‘ eis tên Polin ' “hacia La Ciudad”.

Constantino se dio cuenta de que, en medio de la decadencia de las clases dirigentes, para solidificar su imperio era necesario recurrir a sangre nueva y honesta. Y así es que, prácticamente reconociendo una situación de hecho, entrega el cuidado de Roma al obispo de los cristianos. Es así como de capital del Imperio, Roma se transforma en capital de un imperio mucho más vasto, profundo y duradero, el de la Santa Iglesia Una Católica Apostólica y Romana.

Y ¿dónde se instaló el Papa?

En un barrio periférico de Roma, dentro de las murallas aurelianas, existían varias quintas de familias patricias. Una de ellas, especialmente linda, la de los ‘Letrán' una antigua estirpe romana. Nerón se las había confiscado. Pero, bajo Septimio Severo, la habían recuperado. Una parte de la quinta se la vendieron a Fausta , hermana de Majencio y mujer de Constantino. Fue ella quien se la regaló al papa Melquíades, que muere poco después.


Moneda con el retrato de Fausta.

Su sucesor Silvestre , con la ayuda de Constantino construye allí su residencia. Constantino hace más aún. Le edifica una enorme Basílica sobre lo que había sido el cuartel de los soldados de Majencio, que es el primer templo cristiano abierto al público en todo el imperio y que, desde entonces, se convierte en la Catedral del Papa. Fue dedicada al Salvador, pero como allí se guardaron las reliquias de los santos Juan el Bautista y el Evangelista, los que indicaron y hablaron del Salvador, desde entonces se le llama ‘ San Juan'. De Letrán , el nombre de los antiguos dueños de esos jardines.

Palacio reconstruido en el Renacimiento

Allí vivieron los Papas hasta el año 1310, cuando, en medio de las guerras y rebeliones de los nobles romanos, debieron trasladarse a Aviñón, bajo la protección del Rey de Francia. Mientras tanto, el palacio y la basílica fueron saqueados, devastados y, finalmente, incendiados. Solo queda de aquellas construcciones el ábside, sobre la calle, con bellos mosaicos, del Triclinio, y la Capilla Papal privada, hoy transformada en la Escala Santa.

De tal manera que, cuando Gregorio XI , en 1370, bajo las instancias de Santa Catalina de Siena, regresa a Roma, solo se encuentra con ruinas y tiene que ir a refugiarse al único lugar seguro que poseía la Iglesia: los edificios anejos a la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, protegidos por el Castell Sant'Angelo. Allí, desde entonces, viven los Papas. Pero la Catedral, reconstruida luego, sigue siendo San Juan de Letrán, en donde se hicieron -hasta la toma de Roma- todas las grandes ceremonias, desde la coronación del Pontífice hasta su velorio. Como el Vaticano es húmedo y caluroso, los Papas, durante el verano, se trasladaban al Palacio construido sobre la fresca colina del Quirinal, que se transformó así en segunda residencia papal y que, luego, el siglo pasado, le fue robado por el rey de Italia. Hoy vive allí el presidente italiano, rodeado de los fantasmas de los viejos Papas.

En efecto, cuando el sinvergüenza de Garibaldi ataca los Estados de la Iglesia y el General Cadorna penetra en Roma por la famosa brecha de Porta Pía, Pio IX ha de encerrarse definitivamente en el Vaticano.

Roma, dos veces Capital Imperial, una del imperio Romano, otra de la santa Iglesia, queda reducida a simpática capital ‘degli italiani'. ¡Pobre Roma!


Las tropas de Cadorna toman Roma a través de la brecha de Porta Pia el 20 Sept. 1870.

Mussolini , precisamente en Letrán, firma los famosos ‘pactos lateranos' y devuelve San Juan de Letrán al papado, formando parte del territorio pontificio reconocido por el estado italiano. Así como la antigua residencia de Castell Gandolfo, donde, desde entonces, a la orilla del lago Albano, suele pasar el Papa el verano.

Esta es la historia pues de por qué hoy festejamos la fiesta de ‘San Juan de Letrán', ‘San Giovanni Laterano', porque es la catedral del Papa, el centro de todas las iglesias, el vínculo de la unión visible de todos los cristianos con la Iglesia de Roma.

Hoy los cristianos, más allá de sus problemas personales o familiares o nacionales, deben elevar sus mentes a las necesidades de la Iglesia Universal y , al mismo tiempo, sentir el orgullo de estar integrado a las tradiciones más heroicas y sublimes de la humanidad: las del Imperio Romano, las de la Santa Iglesia Católica y Romana.

No, pues, la Iglesia del Vaticano, sino la Iglesia de la Roma imperial, Señora y Dueña de nuestra almas. Señora también del mundo y de la historia.

Archibasilica Sanctissimi Salvatoris et Sancti Iohannes Baptista et Evangelista in Laterano. Sacrosancta Lateranensis ecclesia omnium urbis et orbis ecclesiarum mater et caput.

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