Sermones de NAVIDAD

Pbro. Gustavo E. PODESTÁ


Adviento

Nochebuena (noche)
Navidad (aurora)
Navidad (día)
2º Domingo después de Navidad
Sermones del Prólogo al Evangelio de San Juan

1994. Ciclo b

2º DOMINGO DESPUÉS DE NAVIDAD
PrÓlogo al evangelio de San Juan
(GEP, 1994)

Lectura del santo Evangelio según san Juan 1, 1-18
Al principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio del Verbo y sin él no se hizo nada de todo lo que existe. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibie­ron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era la luz, sino el testigo de la luz. El Verbo era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. El estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de él, y el mundo no lo conoció. Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron. Pero a todos los que lo recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él, al declarar: «Éste es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo.» De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.

SERMÓN

Todos hemos oído hablar de la New Age o era de acuario. Publicaciones y conferencias, advertencias episcopales han llegado a casi todos los católicos más o menos ilustrados. Empero, cuando llega el momento de preguntarse dónde están los partidarios de este movimiento o secta o como quiera llamárselo no es tan fácil ubicarlos. Algunos nombres de actores o actrices, algún físico, algún psicólogo...

Lo que abundan en cambio son las publicaciones, libros o revistas, o los programas de FM, entrevistas en la televisión... y sus ideas flotando por todas partes, aún en ambientes considerados católicos.

De todas maneras, la localización no es siempre fácil, depende más de un cierto sentido del olfato: "esta obra o este tipo me huele a new age", que de definiciones claras y precisas.

Lo cual se debe, entre otras cosas, a que el movimiento como tal no tiene de por si un centro doctrinal, y aúna multitud de variantes y realizaciones, como si quisiera llegar por los más diversos canales a todas las mentalidades: desde el control mental, pasando por la astrología, el tarot, la numerología, las experiencias extra sensoriales, la homeopatía, la medicina oriental, las hierbas naturales, la acupuntura, el yoga, el 'despertar de los chakras', las enseñanzas de los extraterrestres, hasta el arte, la técnica, la meditación, las pirámides, la hipnosis, la programación neurolingüística, etc., etc.

Por supuesto que hay libros que pretenden describir el movimiento, tanto desde la óptica de sus críticos como de sus propios propagadores, tal Marilyn Ferguson o Ken Wilber, y cualquier interesado puede acudir a ellos para tener una idea de la envergadura e ideas del movimiento.

Pero, para quien considere que el lenguaje científico es el único vehículo serio de la sabiduría, quizá lo más adecuado para interiorizarse en las zalemas y utopías de la nueva era, sea la lectura de Fritjof Capra, doctor en ciencias físicas por la Universidad de Viena y autor del célebre libro "El Tao de la física".

Allí, desde la relatividad y la teoría cuántica, pretende justificar los asertos de la New Age , al mismo tiempo que la pone en contacto con la antigua sabiduría oriental.

En efecto, como Vds. saben, el Tao, que se traduce "camino" es la vida del, por ello, llamado Taoísmo , una de las más extendidas corrientes del antiguo pensamiento chino.

El Tao sería como el principio espiritual ordenador del mundo, de la materia. Y el comportamiento humano ideal, según el taoísmo, sería no perturbar este orden, este 'camino', y ponerse en consonancia con él.

En realidad el taoísmo no es nada original, salvo en sus ritos y magias concretas o su lenguaje: es una de las tantas formas de la antigua gnosis que identificaba al universo con el todo, con Dios, y lo distinguía en dos partes: una, ordenadora, paterna, espiritual; la otra caótica, femenina, material.

Es el antiguo cosmos divinizado de los griegos, formado por el cielo padre y por la tierra madre. O, dicho en términos platónicos o aristotélicos, formado por el alma del mundo y por su materia; a imagen de lo cual está hecho el hombre, también formado por alma y cuerpo.

Según el taoísmo -pero también según todas las gnosis, incluyendo desde el hinduísmo, al Budismo y la gnosis de Platón o Aristóteles- el hombre, por medio de la contemplación, de la inteligencia, es capaz de identificarse con esta alma del mundo y hacerse uno con ella. Y como esta alma del mundo es única y eterna, así cada alma humana -que no sería más que una partícula de aquella- se reintegraría, lejos de la multiplicidad de la materia, con esta serena unidad celeste, logrando así salir del karma , del samsara , del sufrimiento... Porque la apariencia de desorden del mundo viene solo de la multiplicidad de la materia, de lo corporal; pero en el fondo el mundo está unificado en su alma, en su Tao y allí debe el hombre dirigir su mirada y sus deseos para alcanzar la paz, la felicidad.

Kapra afirma que la ciencia moderna, como el antiguo taoísmo, en las profundidades de la materia descubre esta unidad, más allá del tiempo y del espacio, cuando, pasado el límite de Planck, nada se puede ubicar ni medir y todo se reduce a la pura energía, el fondo desubicado del todas partes. Esto es lo que hace que todo esté unido y conectado y en relación recíproca: el principio holístico , como lo llama y, al mismo tiempo, que el todo esté reproducido en cada una de sus partes. En esta energía, pues, radica la profundidad del ser. Lo que nosotros percibimos extendido en la cuatridimensionalidad de nuestros sentidos es solo la superficie complicada de las cosas. Solo en el retorno meditativo a la simplificación en lo profundo encontramos la verdad del despliegue espacio-temporal externo; el repliegue o la simplificación de lo múltiple en la fuerza de la energía una y única.

En realidad, pues, nada original: lo que se dijo siempre en las antiguas y modernas pseudoreligiones que no han descubierto o se niegan a admitir que exista un creador y, por ello, han de identificar al cosmos con lo divino.

Pero, como decíamos, no es necesario introducir términos chinos para decir las mismas cosas de siempre. Una filosofía más afín a nuestro lenguaje occidental, pero que afirma lo mismo que todas las gnosis, incluido el taoísmo, es, por ejemplo, el estoicismo . Los estoicos afirmaban también que el universo, lo único existente, era como un ser animado compuesto por dos principios: el celeste y el terrestre, el alma y el cuerpo: al cuerpo del cosmos lo llamaban tierra o materia; al alma la llamaban el logos en griego o el verbo en latín. Como Vd. ven el mismo término que utiliza Juan en el prólogo de su evangelio para mostrar quien es Jesús.

Si Juan, en vez de escribir en hebreo o en griego, hubiera escrito en chino, probablemente, en lugar de la palabra verbo hubiera utilizado la palabra Tao: "En el principio era el Tao".

Pero así como Juan, utilizando el vocabulario estoico corrige su significado, así también hubiera corregido el sentido de la palabra Tao.

Porque para Juan de ninguna manera el Verbo, el Logos, el Tao, se identifica con el cosmos ni con ninguna de sus partes. Juan, en la línea de la revelación veterotestamentaria, de ninguna modo dice que el universo es divino. Al contrario: lo declara creado, dependiente, de ninguna manera eterno: temporal, finito, caduco. Ni el hombre es una partícula de espíritu o de dios sumergida en la materia; ni la materia o el mundo son engañosos o malos, simplemente imperfectos, en vía de perfección, de transición, de camino.

El prologo joánico nos muestra la distancia abismal -que empero por amor Dios franqueará en la encarnación entre el creador y lo creado, entre Dios y el mundo, entre el Verbo y lo humano.

"El Verbo era Dios y todas las cosas fueron hechas por medio del Verbo" Esto no lo podría aceptar ni Kapra, ni el New Age, ni el Tao, ni los estoicos; porque para ellos el Verbo es parte del universo, es parte de nosotros mismos.

Para Juan y la Iglesia , el verbo no es el orden del cosmos ni la unidad del universo, ni la inteligibilidad y expresión del todo; el Verbo es antes que nada la expresión e inteligibilidad de Dios, su propio decir, la infinita luminosidad y sabiduría eterna y anterior a toda creación, con la cual se entiende, dice y extrovierte el mismo Dios en la fecundidad plena y sin desgaste del convivir trinitario.

Por supuesto que, sin confundirse con el orden del mundo, el Logos es quien pone ese orden, quien da unidad al universo y hacia quien hay que mirar, o recibir su palabra, para poder entender el mundo.

Por eso, contrariamente a lo que dice Kapra o el taoísmo o la gnosis, por más que el hombre se entienda a si mismo, por más que descubra todos los enigmas del cosmos, todas sus leyes y su estructura, nunca conocerá a Dios, sino solo a su obra, a su creatura y aún ésta, sin su referencia al Creador, imperfectamente. En si el hombre solo encontrará -por más ejercicios yogas que haga, por más control mental, psicoanálisis, meditación trascendental- solo encontrará caducidad, límite, imperfección, mortalidad.

Es lo que quiere designar la Biblia cuando se refiere al universo y al hombre como mundo o carne o sangre . En estos términos la sagrada Escritura no ve, como los griegos, una parte del hombre, sino a todo el hombre. Decir que el hombre es carne, para la Biblia, es simplemente decir que es solo eso: hombre.

Y en ello no hay nada de despectivo: la carne o el cuerpo no es -como entre los gnósticos- perversa, contrapuesta al espíritu o al alma, sino simplemente creatura: querida por Dios y por lo tanto buena, pero solo eso, creatura, sujeta al desgaste, al tiempo y a la muerte.

Por más que el hombre bucee en la profundidad de su ser o escrute lo infinitesimalmente pequeño o alucinantemente grande del cosmos, allí no encontrará sino límite, entropía, finiquitamiento...

Par la New Age , para Kapra, para el taoísmo, para los estoicos, para el budismo, el hinduísmo, etc. el hombre ya es Dios o hijo de Dios por naturaleza: basta que con el conocimiento, la contemplación, el yoga, llegue a esa parte divina, inmutable, eterna, simple, de su ser y la reconozca, para transformarse automáticamente en Dios.

Para Juan, para el cristianismo, el hombre como tal es solo hombre, creatura, pero puede llegar a ser hijo de Dios, no porque tenga nada adentro capaz de hacerlo crecer como tal, sino porque el Logos, el Verbo, la luz verdadera, la Vida , 'se hizo carne y habitó entre nosotros'. El Verbo, el Tao, no se identifica con el mundo ni con el hombre, pero vino al mundo y se hizo carne y 'los que lo reciben, a los que creen en su nombre, les da el poder de llegar a ser hijos de Dios'.

'No de la sangre ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre', sino por pura gracia.

Esta es la gran diferencia que existe entre el cristianismo y todas las demás falsas religiones o filosofías. Para ellas el hombre ya es divino por nacimiento, lo natural ya es sobrenatural. Solo tenemos que sacar de nuestra inteligencia y fuerzas el conocimiento y las técnicas necesarias, para poder surgir divinos de las ataduras del cuerpo, del engaño del tiempo y el espacio, del sufrimiento y oscuridad de la materia... El hombre o la humanidad, sin necesidad de Cristo ni de Dios, pueden inaugurar la nueva 'era de acuario', el 'nuevo orden mundial', una vida y una sociedad sin conflictos y de perenne paz.

Para el cristianismo, en cambio, el hombre y el cosmos no son más que creaturas, y, para peor, ni siquiera permanentes: destinados ambos, si cerrados en si mismos, a perecer, a desgastarse, a morir. Pero el que es verdaderamente Dios puede salvarlo, y rescatándolo de su límite, de su tiempo y su espacio, elevar al hombre hacia sí, hacerlo su hijo, hacerlo partícipe de su divinidad. En realidad para eso lo creó.

En resumen: la New Age es un nuevo intento de la soberbia impenitente del ser humano de construir el mundo, de lograr la felicidad, prescindiendo de Dios, declarándose dios a si mismo. Es una nueva forma de la vieja tentación de la serpiente: "descubran la ciencia del bien y del mal y serán como dioses".

También el cristianismo quiere que seamos 'como dioses': hijos de Dios, pero eso no lo lograremos por medio de la gnosis, de la falsa ciencia, de las solas fuerzas humanas, que son impotentes para ello, sino por la gracia, por don 'hipercósmico', 'sobrenatural'. Y 'a los que lo reciben, a los que creen en su 'nombre', a ellos si les da, precisamente lo que no son capaces de darles ni la serpiente, ni la New Age: 'el poder de llegar a ser hijos de Dios'.

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