CREACIÓN, METAFÍSICA CRISTIANA Y NUEVA ERA
Pbro. Gustavo E. PODESTÁ

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3. El pensamiento católico

3.3. Originalidad de la metafísica hebrea y cristiana.

3.3.1. Solo en el breve versículo primero de este capítulo del Génesis, la revelación bíblica, alcanza un saber que ningún conocimiento ni cosmovisión anterior había alcanzado a percibir y es el de que la Naturaleza no se basta a sí misma, no es divina: es creada, no tiene vida por sí misma, no es un Ser viviente, es una realidad material, pensada pero no pensante y cuya existencia descansa en la voluntad y poder de Aquel que permanentemente le da el ser. Un ser, un existir, que el Cosmos tiene de prestado o regalado, pero de ningún modo surgido de sí mismo.

3.3.2. Es decir que el Universo, en la Biblia, deja de ser considerado algo sagrado, objeto de adoración, de culto, de magia, de propiciación y pasa a ser la pura naturaleza material que es el objeto de nuestra ciencia. En este sentido, el poema de Génesis es la primera concepción "científica" del universo. El cielo es simplemente eso, aire donde se transparentan las estrellas, iluminado por el sol y la luna que son pura fuente de luz y energía y de ninguna manera seres divinos, ni impulsados o manejados por espíritus.

Ya no hay que propiciar genios, hadas, elfos, seres demoníacos, o espíritus que sean el alma o manejen las realidades que nos rodean. Estas son pura materialidad sujeta a leyes químicas, físicas, biológicas y psíquicas, y el hombre está llamado a servirse de ellas y manejarlas.

Ciertamente que este cosmos conserva toda la dignidad de ser una obra magnífica de Dios, la manifestación gloriosa de su poder, de su inteligencia, de su bondad y de su belleza, construido con leyes armónicas que lo traban precisamente en "mundo" -lo contrario de in-mundo- y "cosmos" -orden, belleza- (16).

3.4. Gaia, la Madre Tierra

3.4.1. Sabido es que los equilibrios, relaciones mutuas, y trabazones que regulan el universo en un todo armónico, particularmente relucen en la ecología de nuestro planeta Tierra. Desde la aparición de la atmósfera de oxígeno, originada y mantenida por los vegetales, con su filtrado de los rayos ultravioletas, pasando por el movimiento ritmado de su eje y su distancia al sol, hasta la urdimbre de las distintas cadenas tróficas, ella se nos muestra como un complejo y cuidado laboratorio destinado a producir y proteger la vida, hasta un cierto punto, de modo autorregulado.

3.4.2. Esto ha llevado a que, como hemos señalado, autores como Lovelock hablen de la Tierra como de la diosa Gaia. Un ser vivo, totalmente autónomo, capaz de engendrar de su vientre materno, constantemente y adaptándose a las mudanzas introducidas por accidentes o por el hombre, las diversas formas de vida en ella conocidas.

James Lovelock (Gaia).jpg

Lovelock. Atrás: representación de Gaia

Queridamente se emplea el antiguo nombre Gaia o Gea -de allí Geografía- la Tierra Madre, mujer de Urano -"Cielo", en griego-. Pero también podría haber hablado de Rea, de Innanna, de Ishtar , de Anath, de Demeter -la dea-mater-, de Isis, de Pachamama, de Kali, de Hera, etc. etc. diversos nombres que, en distintos lenguajes, han nombrado a la misma cosa: la Madre Tierra divinizada.

3.4.3. No solamente nuestro relato de Génesis 1 le niega tal carácter en el versículo primero, sino que en el tercero y sexto días se vuelve a ocupar de ella.

Reconoce, empero, que las cosas no surgen como por ensalmo, del vacío, sino que la vida realmente se asienta y surge de la materia, de este complejo laboratorio del viviente que es la tierra. Es la tierra, la materia, la que hace surgir de si la biología; pero esto no lo hace ella autónomamente: es un laboratorio pensado por Alguien, no un laboratorio que se piense a sí mismo:

11 " Dios dice: 'Que la tierra produzca vegetales, hierbas que den semilla y árboles frutales, que den sobre la tierra frutos de su misma especie con su semilla adentro'. Y así sucede. La tierra hace brotar vegetales, hierba que da semilla según su especie y árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla adentro." 24 "'Que la tierra produzca toda clase de seres vivientes: ganado, reptiles y animales salvajes de toda especie.' Y así sucede."

3.4.4. Bien que poseyendo la Tierra, la materia, esta posibilidad de engendrar la vida, no lo hace como si fuera un organismo pensante, autónomo, sino una organizada y sofisticada estructura pensada por Otro para producir a los vivientes. De ninguna manera es divina ni autónoma. Los mismos datos de la ciencia nos dicen que la tierra solo es fecunda gracias a la energía que le presta el Sol; ese mismo sol que dentro de 50 mil millones de años la devorará en sus llamas cuando explote, al ser transformado todo su hidrógeno útil en helio.

La posibilidad de la tierra de autorregularse es, pues, limitada y el hombre hará bien en cuidar este laboratorio para que este siga permitiendo el existir humano.

New Age tiene razón, pues, cuando habla de las relaciones armónicas que ha de tener el hombre con su entorno y su mundo, y el cuidado que exige el no romper determinados equilibrios ni arruinar el hábitat humano.

Pero esta preocupación ecológica se transformaría en absurda si quisiéramos defender, por ejemplo, la subsistencia del virus de la viruela, o la suelta de leones hambrientos en medio de nuestros campos. Si en determinado momento no hubieran desaparecido los dinosaurios los mamíferos no hubieran podido medrar y desarrollarse y permitir la aparición de los primates y, finalmente, del hombre. Si el león no hubiera desaparecido de Europa o Asia, donde vivió durante millones de años, alimentándose también de seres humanos, al hombre, ciertamente, no le sería tan fácil pasear libremente por sus territorios. La vida de un solo ser humano vale, de por sí, más que la de todos los animales juntos.

"No se equivoca el hombre al afirmar su superioridad sobre el universo material y al considerarse no ya como partícula de la naturaleza o como elemento anónimo de la ciudad humana. Por su interioridad es, en efecto, superior al universo entero". Gaudium et Spes n. 14

3.4.5. El poema de Génesis 1, en su división estrófica de siete días, muestra un jerarquizado y por lo tanto ecológico y trabado concepto de la naturaleza. Los astros al servicio de las leyes y ritmos naturales, las plantas destinadas a forraje de los animales, todo –finalmente- al ordenado servicio del hombre, que no ha de depredar el universo sino cultivarlo y cuidarlo como a un jardín.

(17)" Creado el hombre a imagen de Dios, recibió el mandato de gobernar el mundo en justicia y santidad, sometiendo a si la tierra y cuanto en ella se contiene y de orientar a Dios la propia persona y el universo entero, reconociendo a Dios como Creador de todo, de modo que con el sometimiento de todas las cosas al hombre sea admirable el nombre de Dios en el mundo" Gaudium et spes , n 34

3.4.6. New Age, en cambio, concibe una ecología que está al servicio del Todo y que pone en un pie de igualdad al ser humano con la ameba o el ciempiés. Como ya decía el antiguo gnóstico Celso :

"El mundo visible no ha sido ordenado para el hombre. Todas las cosas nacen y perecen para el bien común del conjunto, por una incesante transformación de elementos" Celso, citado por Orígenes , Contra Celsum , IV, 69.

Carl Sagan , en esta corriente de ideas, también afirma que no se ve porqué el universo está hecho para el hombre más que para las hormigas.

3.4.7. La Sagrada Escritura nos muestra, en cambio, una ecología en la cual todo está trabado sincrónica y diacrónicamente para servir a las personas, al "...hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí misma... (18)"

"...todos los bienes de la tierra deben ordenarse en función del hombre, centro y cima de todos ellos"

"...La Biblia nos enseña que el hombre ha sido creado 'a imagen de Dios', con capacidad para conocer y amar a su Creador y que por Dios ha sido constituido señor de la entera creación visible para gobernarla y usarla glorificando a Dios" Gaudium et spes, 12.

Esta direccionalidad "antrópica" -como dicen hoy algunos científicos- de toda la realidad material, no es un ordenamiento ciego ni casual ni puramente mecánico de la naturaleza, sino el fruto de un plan y un querer divino:
"Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio" Rom 8, 28

(16) De allí, ‘cosmética' .

(17) 28 "Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla: dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra". 29 "Yo les doy todas las plantas que producen semilla sobre la tierra, y todos los árboles que dan frutos con semilla: ellos les servir n de alimento. Y a todas las fieras de la tierra, a todos los pájaros del cielo y a todos los vivientes que se arrastran por el suelo, les doy como alimento el pasto verde ." O, como afirma el mucho más antiguo y arcaico relato de Génesis 2, 15: " El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara"

(18) Gaudium et spes , n. 24.

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