CREACIÓN, METAFÍSICA CRISTIANA Y NUEVA ERA |
3. El pensamiento católico 3.5. El hombre "microcosmos". Imagen de Dios. 3.5.1. La concepción católica, también, ha recogido el tema del hombre como "microcosmos", tan caro a la gnosis y a los teóricos de la Nueva Era. Pero no para disolverlo en un doblaje ilusorio del gran Todo, en una individualidad pasajera y en realidad degradada del Uno, sino afirmándolo en su dignidad personal, exclusiva, única, en la cual cada individuo humano vale de por sí y está llamado a realizarse definitivamente en la Resurrección "de la carne", no en la disolución, o vuelta, o regreso, al Uno, al Todo. Es lo que, utilizando el mismo lenguaje neoaristotélico y gnóstico de sus adversarios, afirma el Concilio V de Letrán cuando habla del destino inmortal del alma individual y personal; no de la 'natural' inmortalidad del alma como parte del Alma del mundo y destinada a refundirse, anónima, en ésta (19) 3.5.2. La individualidad, contrariamente a lo que piensa New Age, es buena. La creación no es una dispersión del Uno en el múltiple, ni una emanación degradada del Todo, sino una realidad buena, querida por Dios y destinada a realizarse plenamente en la Resurrección (20). Es la monótona y machacona repetición del "y vio Dios que era bueno " que corona cada alusión a las realidades creadas en las distintas estrofas del poema. El sol, el mundo, la tierra, las plantas, los animales, el hombre, con su personalidad individual, y su cuerpo, y su sexo, "son buenos", incluso "muy buenos". Por ello, este "microcosmos" que es cada uno de nosotros, llevar a todo el universo a su glorificación, cuando, por gracia de Dios, alcancemos la Resurrección. En este sentido es substancialmente correcto el principio de la "holonomía" postulado por la Nueva Era, según el cual, en este mundo, todo está en relación recíproca. El hombre está profundamente hermanado e imbricado con su universo material. La Redención del hombre conllevará la del universo entero. "En efecto, toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios [...] Porque también la creación ser liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto" Rom . 19.21s. "En la unidad de cuerpo y alma, el hombre, por su misma condición corporal, es una síntesis del universo material, el cual alcanza por medio del hombre su más alta cima y alza la voz para la libre alabanza del Creador. No debe, por tanto, despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, debe tener por bueno y honrar a su propio cuerpo, como criatura de Dios que ha de resucitar el último día". Gaudium et spes , n. 14 3.5.3. Esta trabazón de toda la realidad material en orden al ser humano, su fraternidad con el cosmos y su destino único final está admirablemente expresado en un antiguo texto de San Isidoro de Sevilla , que bien podría complacer a muchos cultores de la Nueva Era en la parte que sin duda tienen de razón: " Todas cuantas cosas existen bajo el cielo han sido creadas para el hombre, mas el hombre para si, de ahí que todas ellas, por analogía, dicen relación de semejanza con ‚l. Es evidente que todos los seres de la naturaleza con todos sus componentes forman una comunidad con el hombre, que todos se compendian en el hombre y que en ‚l subsiste la naturaleza de todos. El hombre constituye una gran parte del conjunto de la creación, pero sobrepuja a los demás seres en un grado tanto mayor cuanto más se aproxima a la imagen de Dios" San Isidoro , Sentencias , l.1, c. 2, De homine . 3.5.4. Pero a pesar de esta valoración del hombre como centro del universo, de ninguna manera la Escritura lo exalta hasta tal punto que lo haga Dios o igual a Dios. Como en el resto del poema que en él culmina, también al ser humano se lo distingue de Dios. "Dios creó (bará) al hombre". Es decir: hombre ? Dios “Si alguno dijere y [o] creyere que el alma humana es una porción de Dios o que es sustancia de Dios, sea anatema” Concilio de Toledo , año 400, Dz 31. 3.5.5. Es verdad que este hombre ocupa un lugar especialísimo y privilegiado en el cosmos, pero no es Dios, ni siquiera dueño del universo. Solo su administrador, su virrey. Tanto es así que el término "imagen", según la cual es creado el hombre, es corregido y de alguna manera disminuido por el término "semejanza". No vaya a entenderse el término en el sentido de los faraones -"imagen de Ptah"- y los reyes mesopotámicos -"imagen de Marduk"-, 'divinizados', de la antigüedad. El término "semejanza" - demut en hebreo- dice menos: algo así como bosquejo, esquema, que "imagen" – selem -. 3.5.6. Más aún: la tradición patrística verá en esta expresión "creado a imagen", algo así como un "creado hacia la imagen". Como si la calidad de imagen consistiera en el crecer en el sentido de la perfección humana. Como si fuera más una abertura, una tarea, que algo dado desde el comienzo. Crecimiento admirablemente expresado en las palabras de San Francisco de Sales : "El hombre es la perfección del universo; el espíritu, la del hombre; el amor, la del espíritu; la caridad, la del amor; por ello, el amor de Dios es el fin, la perfección y la excelencia del universo" |