Escritos parroquiales
Pbro. Gustavo E. PODESTÁ

Número: 1
ABRIL, 1995

CUARESMA

"Que nos ocupemos de las cosas transitorias, pero adhiriéndonos a las eternas", ha de ser la actitud permanente del cristiano. La liturgia de cuaresma, preparatoria a la Pascua, nos lo recuerda frecuentemente en su plegaria. Porque, precisamente, Pascua nos muestra que el verdadero norte del hombre es algo que supera la realidad limitada de este mundo pasajero. Mundo, empero, capaz de atraparnos con su belleza, sus amores, sus posibilidades materiales, las dificul­tades que nos obliga a enfrentar, los requerimientos -a veces acuciantes- de esta vida... El Señor no nos viene a sumir en la indife­rencia frente a todo ello, como hacen las religiones orientales, sino al contrario, inducirnos al compromiso. Pero un compromiso que tiene sus raíces en la fuerza de la Pascua, capaz de redimir este mundo y dar sentido permanente a nuestras tareas y luchas, encaminándolas, en la fe, mediante el amor a Dios y al prójimo, al objetivo último de nuestra esperanza: la Resurrección.

 

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