2000. Ciclo c
4º DOMINGO DE ADVIENTO
(GEP, 24-12-00)
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-45
En aquellos días: María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor»
SERMÓN
Hay una palabra rara, en castellano, "paladión" que, dice el diccionario, se refiere a "cualquier insignia, objeto o estatua que sirva de supuesta protección mágica o religiosa a un determinado grupo, pueblo o ciudad".
El termino deriva del apodo de la diosa Atenea ' Palas ' cuya estatua en pie -palládion en griego, palladium en latín- se veneraba en Troya . Esta efigie poseía la virtud de garantizar la integridad de la ciudad que la guardaba y le tributaba culto. Así había preservado a Troya desde su fundación. Supuestamente estaba cubierta con la égida, es decir el escudo de Zeus, hecho con la piel impenetrable de la cabra Amaltea y adornada con la terrible cabeza de la Medusa . Con una estratagema Ulises había conseguido robarla de su santuario. Es así como finalmente los aqueos, los griegos, habían logrado expugnar a la ciudad, con su famoso caballo de madera.
Las leyendas se multiplican, pero la más conocida es la que hace que Eneas traslade el paladión a Italia, donde finalmente será depositado en Roma , en el templo de Vesta , donde las vírgenes vestales la cuidaban y rendían homenaje. En Roma, como en Troya, la seguridad de la ciudad estaba ligada a su conservación.
Costumbres primitivas: a la manera del tótem protector de los pueblos primitivos. Hasta mediados del siglo pasado, las tribus trashumantes de la península arábiga -antigua geografía de los hebreos- también llevaban al combate su paladión montado en un camello o, a veces, en una litera sagrada llamada 'ufa o ' merkab' . En tiempos modernos, dado que el Islam condena toda idolatría, esta litera se llevaba vacía, o, en épocas también recientes, iba en ella la muchacha más hermosa de la tribu animando a los combatientes.
Ese es el remoto origen, entre los judíos, del 'arca de la alianza' que, en los relatos más antiguos del Pentateuco, a manera de paladión, acompañaba a los israelitas a la batalla. Vaya a saber qué imágenes u objetos sagrados portaba en su interior. De todos modos gozaba de un prestigio sagrado elevadísimo, tanto es así que, una vez asentados los pueblos judíos en Palestina, se custodió durante muchos años en el santuario de Silo . Es de allí cuando, empeñándose los israelitas en combate con los filisteos, la sacan para liderar sus tropas. Lamentablemente, a pesa de ello, Israel es batido y el arca llevada como botín de guerra a Asdod ciudad filistea. Pero, según la tradición, causó allí tantos estragos entre los vencedores que estos, desesperados, la devolvieron, abandonándola en una carreta.
Cuando David , hacia el 1005 AC, conquista Jerusalén a los jebuseos y la transforma en su capital, para prestigiar a su templo, decide trasladar el arca allí.
En la teología posterior -del tiempo del exilio, siglo VI AC- el arca ha perdido toda significación politeísta o supersticiosa. Se transforma en un lujoso arcón que simboliza la presencia de Dios porque porta, dentro de ella, las tablas de la ley y, según otras tradiciones, porciones de maná y la vara de Aarón. El arca será velada en el Santo de los Santos y considerada como Trono del Dios Invisible, que manifestaba su presencia -su Sekiná - con una nube tenue que, al decir de los sacerdotes, flotaba permanentemente sobre ella.
Cuando se relatan las crónicas del ingreso del arca a Jerusalén en tiempos de David, se habla del ascenso de ésta, desde el lugar donde la habían abandonado los filisteos, a un lugar montañoso, Sion, y se dice que David y todo el pueblo bailaban saltando de alegría delante de aquella. Se pone en labios de David la pregunta de "¿ Cómo es que el arca de mi Señor va a ir a mi casa ?" y también se cuenta que el arca, haciendo etapa, se quedó en cierto pueblo por tres meses y esto fue causa de bendición para sus habitantes.
Son estas asociaciones las que tiene en cuenta Lucas cuando plasma su relato de la visita de María a Isabel . Visita de por si intrascendente, común: una buena prima que va a visitar y ayudar a la otra que está por dar a luz. Hablar de la caridad de María, del deber de asistencia que nos debemos los unos a los otros, de la fatiga, a veces, que representan las visitas que hemos de hacer a quienes nos necesitan, es en este pasaje de nuestro evangelio de la llamada Visitación , ocioso. El mensaje de Lucas es muchos más hondo y significativo. A propósito adorna su relato con los rasgos de la entrada del arca de la alianza a Jerusalén. El arca ya no es el antiguo cofre de madera y metales preciosos en donde se guardan las cláusulas del pacto, el maná y la vara de Aarón, el arca es la santísima Virgen María, como la invocamos en las letanías. Ella es el valioso cofre sellado dentro del cual se encuentra ya, desde el momento de la anunciación, el cuerpo del que es la nueva alianza entre Dios y los hombres, el pan de vida, el verdadero y eterno sacerdote Aarón. Ella es el Trono viviente del Dios Invisible. Por eso Juan Bautista el hombre más grande del antiguo testamento salta de alegría, a la manera de David, frente a María que trae a su niño. La casa de Isabel, en las montañas de Judá, donde ingresará la nueva arca ya no es el templo exclusivo de Jerusalén, la Jerusalén de David: es cualquier hogar donde entre María con su Hijo. Isabel es todo cristiano que, siguiendo las póstumas indicaciones de Jesús en la cruz, " He aquí a tu madre ", a la manera del discípulo amado reciba a María en su casa. Ella es nuestro verdadero paladión y nuestra égida protectora. Ella preservará siempre, aún en los momentos más oscuros, esa fe que la hizo " feliz por haber creído que se cumpliría lo que le fue anunciado de parte del Señor ". Fe que nunca debe dejar de estar encendida en nuestro pecho a pesar de que todo parezca que va mal y Dios nos ha dejado.
No puede haber teología más sublime sobre María que este sobrio relato de Lucas. Decir como afirman los protestantes que la figura de la Virgen ha sido exagerada por la doctrina católica es ignorar estas páginas espléndidas de la Escritura en donde se dice todo lo que se puede decir sobre la más " bendita entre todas las mujeres ", tan bendita como el santo " fruto de su vientre ".
Ya se acerca la Virgen, paladión sagrado, la más hermosa de las doncellas de las tribus de Israel, montada en su cabalgadura de princesa, protegida por su valiente escolta, el hidalgo caballero, José , de la estirpe de David. El toma con mano firme el ronzal de su asno conduciéndola a nuestra casa. Ya están preparados los regalos y el pesebre, el árbol iluminado y la mesa vestida de fiesta. Preparemos también nuestro corazón. Adornémoslo con los festones de la gracia, de la espera confiada, de la alegría cristiana, del perdón a los que nos han ofendido -que es el escudo de armas de las almas nobles y grandes-. Que la respuesta a la visita de María, a la ofrenda de su niño envuelto en pañales, no sea solo el estampido de los fuegos artificiales que encienden la noche pero que enseguida caen muertos y apagados, ni el descorche del Pommery o de la sidra Victoria que burbujean un instante en la copa que luego hay que lavar en dolor de cabeza y mañanas muertas, sino el salto de alegría del cristiano, la invocación preñada del gozo del Espíritu Santo que nos embargue y haga surgir espontáneo de nuestros labios agradecidos: "¿ Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme? ¡Tú bendita entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre !"