INICIO


Sermones de Cuaresma

Pbro. Gustavo E. PODESTÁ


Adviento


1991 Ciclo B

1º Domingo de Cuaresma

 Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 12-15
En seguida el Espíritu lo llevó al desierto, donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían. El comienzo de la predicación de Jesús. Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: "El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia".

SERMÓN

Cuando en el año 452 las hordas hunas de Atila se desparramaron por el norte de Italia sobre el territorio véneto, los habitantes de Padua, Verona, Aquilea, Treviso y pueblos de los alrededores, abandonaron sus casas y, con sus rebaños y enseres, se refugiaron en los islotes del delta que formaban, en su desembocadura al Adriático, el Piave y el Adige .

Rialto, Grado, Murano, Chioggia, Eraclea, Malamocco, fueron las primeras aglomeraciones que allí nacieron. Cuando más tarde se unieron -doce en total- nació la ciudad, la república de Venecia, la Serenísima, liderada por su duque o dux, en dialecto véneto "doge", en castellano, transliterado, "dogo".

Su historia independiente prosiguió hasta el 1797 cuando fue ocupada por Napoleón y, luego, repartida entre Francia y Austria hasta que, en 1866, fue integrada con Italia.

A pesar de sus intereses mercantiles que tantas veces la hicieron oponerse a repúblicas cristianas -como por ejemplo Génova , a la que aniquiló como potencia marítima en la guerra de Chioggia del siglo XIV- durante muchos siglos la flota veneciana, enarbolando su estandarte con el león de San Marcos, fue freno eficaz, en el Mediterráneo, contra la barbarie islámica que pretendía expandirse hacia occidente. Junto con la armada papal e hispana y los caballeros de Malta fue gran artífice de la victoria cristiana de Lepanto.

Su plaza frente a la basílica de San Marcos fue muchísimas veces el escenario alborozado de cantidad de recepciones triunfales a la armada veneciana regresando de victoriosas batallas contra los mahometanos, con millares de cautivos y cautivas cristianos liberados de la esclavitud bestial de la Medialuna.

El león de San Marcos se transformó, así, a la vez que en símbolo de Venecia, en enseña de civilización y cristianismo allí donde logró implantarse contra el Islam, jalonando de plazas fuertes, en las rutas de sus naves, las costas e islas mediterráneas. Ragusa, Morea, Naxos, Creta, Eubea, son otros tantos nombres gloriosos de la historia veneciana y de la cristiandad.

El origen de su devoción por San Marcos -en cuyo honor se construye, en eI siglo X, la famosa basílica- se remonta al siglo anterior -al IX-, cuando dos comerciantes venecianos, Tribuno y Rústico, lograron rescatar las reliquias del evangelista, profanadas por los musulmanes en Alejandría, y transportarlas, a través de la ciudad, en una gran canasta cubier­tas por jamones y quesos. A pesar de lo poco digno del transporte, finalmente llegaron a Venecia, donde permanecieron hasta hace muy poco, cuando -con gran indignación de los venecianos-, por razones ecuménicas, después del Concilio Vaticano II , las reliquias fueron restituidas a los cristianos monofisitas, etíopes, quienes, no obstante haberlas cuidado tan mal, las reivindicaban como suyas, por atribuirse a San Marcos el haber sido el primer obispo de Egipto, fundador de la sede de Alejandría.

¿Y de dónde vendrá el león como símbolo de San Marcos y por lo tanto de Venecia, se preguntarán Vds.? Ello viene del conocido símbolo apocalíptico de los cuatro ‘vivientes' que rodean al trono de Dios " llenos de ojos por delante y por detrás: el primer viviente como un león, el segundo viviente como un novillo, el tercer viviente con un rostro como de hombre, el cuarto como un águila en vuelo ". Así el capítulo cuatro del Apocalipsis. Los autores antiguos vieron en estas figuras la representación de los cuatro evangelistas.

Cuando San Agustín y San Jerónimo tratan de identificarlos, fue fácil atribuir el águila a San Juan, el evangelio más teológico, de más alto vuelo, más místico. Más problema hubo con el novillo y con el hombre. La cuestión se zanjó así: el novillo para Mateo, que como es el que más cita al Antiguo Testamento, bien puede caracterizarse por los sacrificios de novillos que se hacían en el templo de Jerusalén.

Y ¡vamos! ¿Quién puede dudar de que siendo Lucas el más humano de los evangelios no le corresponda la figura del hombre? Y ahora ya no hay duda que a San Marcos le corresponderá la figura del león, que es la única que queda. Pero ¿qué motivo dar a esta atribución? Tanto Agustín como Jerónimo, sin decidirse del todo, hacen notar que el evangelio de Marcos empieza hablando del desierto, allí donde el Bautista predica, y el león es ¡el rey del desierto! Bien, no parece una razón demasiado convincente, pero el asunto es que, cada vez que en el Medioevo o en el renacimiento y aún en nuestros días, en alguna edificación religiosa el arquitecto o el pintor necesitan rellenar cuatro rincones, aparecen indefectiblemente las famosas cuatro figuras del águila, el toro, el hombre y el león. El león de San Marcos.

Símbolo magnífico, por otra parte, utilizado por todas las culturas refiriéndolo al poder, a la justicia y a la sabiduría y que el Nuevo Testamento no ha vacilado en atribuir a Cristo: el león de Judá. Símbolo tan magníficamente usado por Lewis para personificar al Señor en sus " Crónicas de Narnia ".

Pero nuestro interés de hoy se detiene en Marcos porque resulta que es su evangelio el que, a partir de hoy, leeremos todos los domingos del tiempo ordinario, así como el año pasado leímos a Mateo y el año que viene leeremos a Lucas.

Poco en realidad sabemos de él, salvo algunas menciones de su nombre en los Hechos de los Apóstoles, donde figura como hijo de la mujer en cuya casa de Jerusalén se reunían los apóstoles y como compañero y pariente de Bernabé. También es mencionado como ayudando a San Pablo en su primer cautiverio.

La tradición sostiene que estaba en especial relación con Pedro y que su evangelio refleja la predicación de éste. Lo cierto es que, en la primera epístola petrina, Pedro menciona a " mi hijo Marcos ".

Otras antiguas tradiciones afirman que Marcos, después de predicar junto con Bernabé en Chipre -donde, perseguidos, muere el segundo y él logra salvarse-, se dirige a Egipto, donde anuncia el evangelio en Alejandría, de la cual, como dijimos termina siendo Obispo. Al final, él también muere martirizado, arrastrado por un caballo al galope por las calles empedradas de la ciudad. Y allí se conservan sus reliquias hasta que, tomada la ciudad por las tropas del califa Omar, desaparecen, hasta que son rescatadas por nuestros dos mercaderes venecianos.

Bien: tendremos que convivir este año con San Marcos. Más importante que su vida, es su obra: el más temprano de los evangelios que ha llegado a nuestras manos -pionero pues del género-, pero ya representante de una teología sumamente elaborada donde resuenan los temas preferidos de la predicación de los primeros cristianos.

Hoy hemos abierto su lectura a partir de la primera presentación pública de Jesús. Allí donde desaparece la figura de Juan y se inicia la gesta del Señor. Marcos, para la ocasión, pone en labios de Cristo como una especie de título, de resumen, de lo que irá luego explicitando en sus sucesivas enseñanzas al pueblo: el anuncio del próximo advenimiento del Reino y el urgente llamado a la conversión .

Ese Reino que, lejos de ser un régimen político, antes que nada tiene que instaurarse en el interior de cada uno de los cristianos, de cada uno de nosotros y consiste, sobretodo, en aceptar su divina autoridad en nuestra vida, en dejarnos gobernar por la ley de Dios y la ley de Cristo y no por las leyes de este mundo.

Y esa conversión que ha de transformarse en exigencia constante de nuestro existir cristiano y que implica una permanente actitud de autocritica, de vigilancia de corazón y de mente, de purgarnos de nuestras malas costumbres y tendencias y de las falsas ideas y puntas de vista que nos impone el mundo. Así como de luchar contra nuestras propias debilidades y concupiscencias y contra las imposiciones de los enemigos de Cristo que nos asedian.

Que a ello nos ayude este año San Marcos. Y que el león de su estandarte y el león de Judá nos den fuerza y garra y rugido, para vivir y defender su evangelio.

Menú