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Sermones de Cuaresma

Pbro. Gustavo E. PODESTÁ


Adviento


1982 - Ciclo B

JUEVES SANTO EN LA PASIÓN DEL SEÑOR

Lectura del santo Evangelio según san Juan 13, 1-15
Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: "¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?". Jesús le respondió: "No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás". "No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!". Jesús le respondió: "Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte". "Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!". Jesús le dijo: "El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos". El sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: "No todos ustedes están limpios". Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: "¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.

SERMÓN

En el siglo XVIII, el barón de Holbach , alemán naturalizado francés, fue uno de los inspiradores conspicuos de la Revolución Francesa. Se ocupó, sobre todo, de atacar al cristianismo. Y en este propósito fue tan extremado que hasta Voltaire polemiza con él.

En uno de sus libros leemos: “Si los hombres de todas las razas han adorado dioses extraños, injustos, sanguinarios, implacables, el dios de los cristianos es el peor de todos: nos castiga en este mundo y nos castigará en el otro por faltas cometidas por una naturaleza que él mismo ha creado en nosotros. Parece divertirse en querer demostrar que él es el amo absoluto, y que no está sujeto a ninguna ley. Nos castiga por las transgresiones de nuestros padres: Nos hace libres, pero únicamente para reservarse el bárbaro placer de castigarnos por el abuso necesario que nuestras pasiones o nuestros errores nos hacen hacer de nuestra libertad. Dios terror de los hombres, atento a sus más mínimos deslices para condenarlo y castigarlo, déspota feroz que oprime al hombre y lo esclaviza(1)


1723 - 1789

Algo parecido escribía, cien años después, Bakunin, el fundador del anarquismo: “Jehová, entre todos los dioses adorados por los hombres, fue ciertamente el más celoso, el más vanidoso, el más feroz, el más injusto, el más sanguinario, el más déspota y el más enemigo de la dignidad y de la libertad humana”. Y sigue, luego, escribiendo sobre el dios-juez, el dios que castiga, el dios que impone leyes trampas, etc.

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1814 - 1876

Y uno podría decir de estos ejemplos de literatura anticristiana: “y bueno, no son más que calumnias, deformaciones, mentiras de los enemigos de la Iglesia. Falsean a propósito la doctrina y así, luego, les es fácil atacarla, ridiculizarla”.

Y algo de eso hay.

Pero también podríamos preguntarnos si muchos cristianos no han dado motivo a estos autores para que entendieran mal el cristianismo.

Porque, aún hoy, uno se encuentra con algunos cristianos que viven su fe muy parecidamente a como la describen Holbach y Bakunin, creyendo que Dios es un altivo gran policía, atento a las transgresiones y deseoso de multas y castigos terrenos y celestiales. Que se complace en cruces, que necesita sacrificios cruentos y expiaciones para ser aplacado. A quien hay que tener cuidado de no enojar para que no nos mande desgracias e infiernos. Se trata, no del Padre de Jesús, sino más bien de la famosa ‘imagen paterna castradora', ‘el superego freudiano', enemigo implacable de nuestra ‘libido'. Generador abusivo de complejos de culpa exagerados a quien el psicoanálisis tiene, alguna vez, razón en criticar.

Y si, quizá, hoy, dentro de la Iglesia y entre los cristianos mejor formados esta imagen tiende a desaparecer, este falso concepto de Dios está como difundido en nuestras sociedades semiteístas, impidiendo que muchos hombres se acerquen a la Iglesia o que, bautizados, habiéndola abandonado, -precisamente por rebeldía a esta imagen o porque ella les introdujo en un clima religioso tétrico o imposible de llevar cuando comenzaron las primeras debilidades o pecados- no puedan regresar a ella.

Sería largo el mostrar cómo esta falsa concepción de un Dios legislador arbitrario y prepotente, sometiendo a prueba a sus creaturas, sentado en su alto tribunal, iracundo frente al pecador y solamente calmado por el dolor y la sangre de Cristo, tiene su origen en Lutero y Calvino, en el protestantismo, con el cual lamentablemente ha sido confundido por los no cristianos el catolicismo y, a veces, se ha infiltrado en él. Pero, ciertamente, debemos afirmar que jamás el catolicismo ha asumido en su ortodoxia una concepción semejante.

Y uno se pregunta cómo es posible, leyendo los santos evangelios, llegar a una semejante concepción de Dios, cuando, sin dejar de lado su rechazo por el pecado y el drama o tragedia que este significa, Dios se presenta a sí mismo en la figura amantísima de Jesús.

Y no es ni siquiera que el Padre sería la persona severa de Dios y Jesús la persona buena que intercedería entre su cólera y nosotros. No sería legítimo confundir todos los rasgos del Dios del Antiguo Testamento, en su presentación incompleta, con el Dios del Nuevo Testamento.

Dios Padre es la bondad misma, el ‘Dios amor' definido por Juan. Es, justamente, el que se entrega a los hombres y se muestra en Cristo Jesús. “ Quien a mí me ve, ve al Padre ”, dice Jesús a Felipe.

Toda la bondad de Cristo no es sino la bondad del Padre comunicada al Hijo. Es el Padre quien espera ansioso el retorno del pródigo y busca la moneda perdida y la oveja extraviada. ¿Dónde la ira, dónde el castigo? ¡Si Él, manifestado en Jesús, vino, contrariamente, a buscar no a los justos sino a los pecadores, no a los sanos sino a los enfermos; vino a salvar lo que estaba perdido!

¿Adónde está el Dios que, altivo y lejano, espera nuestra adoración para aplacarse, cuando hoy lo vemos de rodillas lavándonos los pies?

¿Adónde el Dios que exige nuestras oraciones, como si él las necesitara, complacido de nuestro servicios, despóticamente pretenciosos de nuestro acatamiento, arbitrario respecto de nuestras vidas y bienes, si es él quien en el evangelio se nos presen como quien viene a darnos su vida?

¿Cómo, religión de temor? “Habiendo amado a los suyos”, dice Juan. Porque es el amor la explicación de todo. Amor de un Dios que no necesita nada fuera de si mismo y que, por eso, no usa nada ni utiliza a nadie, como nuestros mezquinos amores humanos. No amor que precisa, sino amor que da, que crea la vida. Y, porque es amor de la misma magnitud infinita de su ser divino, no se conforma con dar la vida humana, quiere darnos la Vida divina.

Y nos la da en Jesús. Porque –dice Juan- “ el era la Palabra, y en ella estaba la vida; y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros .”

Entre nosotros; para nosotros. Porque como bien afirmaban Bonhoeffer y Robinson (2) , Cristo se puede describir adecuadamente como “the man for the others” –“el hombre para los demás”-. Aquel que tanto ama que, olvidado de sí mismo, su única y pura definición es ‘servir' –y eso es el verdadero amor-. Y es precisamente en este ‘existir para los demás' como Jesús se hace plena revelación del Padre. Cuyo existir también es darse, ‘darse' al Hijo, ‘decir' la Palabra y, en el Hijo o la Palabra, a nosotros.

Pero, si este ‘ser para los demás' es la constante que marca el vaciamiento que hace de si mismo Jesús hacia nosotros, el momento en que este 'existir para nosotros' se hace supremo y patente es el de la muerte en la Cruz.

Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, lo amó hasta el fin ”—dice Juan- “ hasta el extremo”. Porque en la Cruz se entrega totalmente a nosotros, hasta la muerte. En ese su gesto de hombre que da su vida por amor, en la plena transparencia de la abnegación total, irrumpe en el mundo, para los hombres, la Vida de Dios; que es plena entrega del Padre al Hijo.

Dios ha querido prolongar ese gesto de amor, esa entrega de Sí al hombre, en una oferta constante que pueda llegar a todos los hombres y en todos los tiempos.

El gesto de la Cruz, el regalo de la Vida, la mano abierta del amor de Dios, siegue extendida para nosotros en el Pan y el Vino.

En vísperas del misterio pascual, la Iglesia rememora hoy la institución de la Eucaristía, el recuerdo de la Última Cena, en donde -en el lavado de los pies y el banquete pascual- Cristo anticipa simbólicamente su ‘ser para Dios y para los demás' que se manifestará hasta el extremo, mañana, en la Cruz.

Y que llegará a todos los tiempos en la Eucaristía.

No. Dios no viene a castigarte, lo último que quiere es juzgarte. Quiere amarte, quiere que te dejes ser amado por El, quiere darte Su Vida. Y, hoy, te la ofrece, desde la Cruz, en el Vino y en el Pan.

• 1- Le christianisme dévoilé, ou Examen des principes et des effets de la religion chrétienne, Nancy, 1761; La Contagion sacrée, ou Histoire naturelle de la superstition, 1768; Lettres à Eugénie, ou Préservatif contre les préjugés, 1768; Théologie Portative, ou Dictionnaire abrégé de la religion chrétienne, 1768; Essai sur les préjugés, ou De l'influence des opinions sur les mœurs & le bonheur des hommes, 1770; Système de la nature ou des loix du monde physique & du monde moral, 1770; Histoire critique de Jésus-Christ, ou Analyse raisonnée des évangiles, 1770; Tableau des Saints, ou Examen de l'esprit, de la conduite, des maximes & du mérite des personnages que le christiannisme révère & propose pour modèles, 1770; Le Bon Sens, 1772; Politique Naturelle, ou Discours sur les vrais principes du Gouvernement, 1773; Système Social, ou Principes naturels de la morale et de la Politique, avec un examen de l'influence du gouvernement sur les mœurs 1773; Ethocratie, ou Le gouvernement fondé sur la morale (Ámsterdam, 1776); La Morale Universelle, ou Les devoirs de l'homme fondés sur la Nature, 1776; Eléments de morale universelle, ou Catéchisme de la Nature, 1790

• 2- Las cartas de Bonhoeffer , teólogo y pastor luterano, 1906-1945 desde la cárcel incluían sentencias vagas, incluyendo una referencia a un «cristianismo sin religión». Sus ideas estimularon el movimiento teológico cristiano etiquetado como « Teología Secular » o “ de la muerte de Dios ” popularizado por el libro de Harvey Cox, «La Ciudad Secular». El obispo anglicano J.A.T. Robinson , se refiriere e inspira en sus cartas para su libro heterodoxo « Sinceros para con Dios ». También el papa Pablo VI se refería a Bonhoeffer como una personalidad hondamente cristiana y cuya definición «Jesús, hombre para los demás» era válida para nuestro tiempo.

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