Lectura del santo Evangelio según san Marcos 9, 38-43. 45. 47-48
Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros» Pero Jesús les dijo: «No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros. Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo. Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar. Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena. Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga»
Sermón
Los defensores de la vida animal, de la ecología en general, las campañas tipo Brigitte Bardot, nos han acostumbrado a ver el cruel espectáculo de animales despiadadamente cazados y masacrados por el hombre. Sin entrar en detalles sobre lo desmesurado a veces de estas propagandas, que llegan a defender la subsistencia de especies dañinas para el hombre o su hábitat, es indudable que existen formas especialmente crueles de atrapar a los animales. Entre ellas la famosa trampa caza zorros. Pisada por el bicho atraído por un cebo, se le cierra en las patas mordiéndolo hasta los huesos con dos arcos de hierro dentados, tensados por un resorte. Allí suele morir de hambre, entre atroces dolores, cuando forcejea para librarse y se desgarran sus miembros.
El ruido que hacen las trampas al cerrarse es verdaderamente terrorífico, cuando saltan fulmíneas para arriba en su chasquido de muerte.
Estas trampas han sido utilizadas desde la más remota antigüedad. De madera, de bronce y de hierro las han encontrado los arqueólogos en Egipto, Grecia y Roma. Precisamente los griegos, para referirse a este saltar hacia arriba de los filos dentados y su ruido característico, utilizaban una onomatopeya: " skándo ". Y a ese salto, a ese cerrarse de golpe, le llamaban " skándalon ". A poco, "skándalon" terminó por designar a la misma trampa.
De allí pasó la palabra paulatinamente a designar cualquier caída o tropiezo en una añagaza, en una celada. Y el verbo, en voz activa, equivalió a empujar, hacer caer, tropezar, llevar al desastre.
Es el verbo que utiliza la versión griega de la Biblia para traducir los términos mokesh, lazo, engaño, emboscada y mikshol y kashal , trastabillar, caer, tropezar, quedar entrampado.
Pero en contexto bíblico el vocablo va adquiriendo poco a poco también un sentido figurado: los profetas advierten que hay trampas peores que las que pueden hacerle a uno caer en desgracias de tipo físico; hay tropiezos más trágicos que los que nos tumban por tierra. Y son aquellos que hacen que el hombre se aparte de Dios y de su alianza. " Se mezclaron con los paganos -dice el Salmo 106 hablando de los judíos- imitaron sus costumbres, rindieron culto a sus ídolos, que fueron para ellos una trampa ", y en griego los LXX traducen "skándalon". Y el salmo 141 ruega " En ti confío Señor, no me dejes indefenso. Protégeme del lazo que me han tendido y de las trampas de los que hacen el mal " y, otra vez, el griego de los LXX traduce " protégeme del escándalo ". Y cuando Israel ocupa Canaan pero, al mismo tiempo, se contagia con las costumbres de los cananeos, Dios les dice -Ju 2, 3- " Por lo que están haciendo no expulsaré a esos pueblos delante de ustedes: ellos no dejarán de hostigarlos, y sus dioses serán una trampa para ustedes ". Y cuando Gedeón levanta un santuario ilícito en Ofrá, la Escritura dice: " Todo Israel fue a prostituirse allí, delante de la imagen, que se convirtió en una trampa -un escándalo- para Gedeón y su familia -Jue 8,27-". Es la amenaza que Josué, después de la conquista, en su lecho de muerte hace a sus sucesores si en vez de mantenerse en la fidelidad a Dios se contaminaban con las usanzas de los paganos: " Si se mezclan con ellos -les dice (Jos 23,13)- serán para ustedes una red, un lazo, un látigo sobre sus costados y aguijones en sus ojos, hasta que por fin desaparecerán de esta hermosa tierra que les dio el Señor, su Dios ." Si, " serán un escándalo ", traduce el griego.
Es en este sentido que el nuevo testamento utiliza la palabra escándalo. No siempre con el significado que actualmente se le da al término. Porque no siempre el escándalo se refiere a acciones desdorosas.
El nuevo testamento pone de relieve que Jesús mismo es continuamente ocasión de escándalo. Sus discípulos cuenta Mateo se escandalizan ante el anuncio de su pasión, ya que esta humillación extrema del Señor es para ellos algo incomprensible. Juan el Bautista también se escandaliza dice Mateo, porque esperaba un Mesías diferente. Y no digamos nada de los judíos, como dice Pablo: " Nosotros predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos. " La salvación que viene a traer Jesús escandaliza porque no responde a las expectativas humanas. Por eso habla Cristo de los escándalos que se multiplicarán al fin de los tiempos; porque muchos no podrán soportar las tribulaciones que vendrán sobre la iglesia, se extraviarán y renegarán de su Señor.
En todo esto es el mismo Cristo, y los incomprensibles planes que tiene sobre nosotros, el que se transforma en trampa para todos aquellos que no tienen fe. ¡Cuántos han dejado la fé o lo que creían que era fe cuando los ha alcanzado el sufrimiento, o cuando por seguir a Jesús debieron sacrificar algo, un negocio, o rehacer su vida, o un cualquier beneficio o placer, cuántos cayeron en la trampa, tropezaron, cuando el Señor les mostró la cruz!
Porque Cristo, si no es piedra fundamental de la vida del cristiano, si no es la piedra angular, si no es el cemento que cohesiona toda la existencia y da significado a todos sus momentos, si solo es un recurso más o menos mágico a la manera de los ídolos paganos para acudir cuando algo nos hace falta o para darnos falsa seguridad o paz, como dice Pablo a los romanos y Pedro en su primera carta, se transforma tarde o temprano en piedra de escándalo, piedra de tropiezo, trampa.
No es este, empero, el escándalo del cual habla hoy Jesús en el evangelio. Más bien son las trampas que ponen aquellos que combaten la fe de los pequeños. Y, cuando se refiere a los pequeños, Jesús no indica solamente a los niños, sino a todos aquellos que de una manera u otra no son capaces de mantener y defender por si solos su fe, sino que necesitan la defensa que de ella hacen los que pueden y deben hacerla.
Así lo entendió la Iglesia cuando no solo sus obispos y sacerdotes defendían enérgicamente la verdad y señalaban duramente los errores, sino cuando los príncipes y políticos cristianos impedían que el pueblo fuera engañado y pervertido por la propaganda de las falsas religiones y las ideologías corruptoras. Cuando así lo hacían protegían verdaderamente a los pequeños y los ayudaban a no confundirse en el error y a mantener claro el ideal y el camino y la auténtica libertad.
Pero la revolución protestante y luego la liberal terminaron con eso. Cada uno se convirtió en inventor de su verdad, de sus principios y de sus normas. Los más instruidos y poderosos se liberaron así de toda norma y objetividad; los pequeños y los débiles cayeron en manos de sus propios extravíos, de sus instintos o de las normas transitorias y cambiantes que les imponían los poderosos para mejor dominarlos y explotarlos.
La iglesia durante mucho tiempo resistió de frente peleando por los fueros de la verdad y, por lo tanto, de la auténtica dignidad de la persona y la libertad de los pequeños. Lamentablemente el liberalismo se infiltró aún entre los que lo mismo se creían y se creen cristianos, y aún en la jerarquía, y para ellos terminó siendo más importante el defender el que cada uno piense como quiera que el que piense acorde a la realidad, al ser, a la verdad; el que cada uno haga lo que quiera que el que se comporte correctamente, cónsono al bien y a la moral. La libertad sin norte y sin sentido se convirtió en un valor mayor que la verdad y la salvación. Cristo terminó para ellos siendo una opinión tan válida como Marx, como Ghandi, como Buda o como Rousseau.
Es precisamente un católico el que recientemente ha presentado, desde la Secretaría de Culto, un proyecto en el cual se equipara y se pone en un pie de igualdad el catolicismo con las falsas religiones, sectas y supersticiones. Y al propio secretario del Episcopado Argentino, descendiente de los apóstoles, le ha parecido bien reunirse, para tratar de ello complacientemente, de igual a igual, con los mamarrachos representantes de los otros denominados cultos y religiones.
A eso llaman ecumenismo: a sonreír a la mentira, a tratar indiferente a lo falso y lo auténtico, a la verdad y al error.
Pero aún quien pretenda defender el pluralismo en nombre de no se que idea no-cristiana de libertad, tendrá que darse cuenta de que si hay lugar en donde no vivimos es en una sociedad pluralista, porque aparte una cierta forma exterior cortés que se guarda a la Iglesia por motivos históricos y porque aún hoy goza entre la gente de un cierto prestigio y, por lo tanto, poder, todo lo que mayoritariamente se hace y se dice desde la función pública y desde los medios masivos de difusión, calculadamente se aplica a resquebrajar la fe de la gente, a escandalizar a los pequeños: Desde hacer un héroe de un adolescente degenerado capaz de mostrar una obscenidad a su maestra, a elevar a los más altos puestos de gobierno a los paradigmas de la corrupción; pasando por el sistemático saqueo que desde el papel y la pantalla se hace de las hidalgas costumbres de cristiandad que aun quedaban en nuestro pueblo.
Y Dios nos libre todavía del nuevo Orden mundial que arrasará con los últimos restos de auténtica libertad que la Iglesia supo implantar con la verdad y la virtud en el mundo y que es la última gran trampa, escándalo, que ha inventado el hombre para destronar a Dios y hacer tropezar a los pequeños.
Mientras tanto, los que aún gozan del beneficio de la verdad y de la alegría de la virtud, sepan protegerla, no se dejen halagar por el error falsamente liberador, ni tentar por los vacuos ídolos de este mundo. Y si algo les resulta ocasión de tropiezo, de trampa, de escándalo o de pecado, -amistad, negocio, aparato, diversión, baile, televisión u objeto que sea-, sacrifíquenlo, apártense, tírenlo, córtenlo, no lo vean más, no lo usen, renuncien, no vayan, porque más vale entrar manco, lisiado, tuerto, pobre, pero libre, en el Reino de los Cielos, que alegremente ser arrojado, lleno de nada y vacío de todo, a la Gehenna.