Sermones de pascua

Pbro. Gustavo E. PODESTÁ



Adviento

2005 - Ciclo A

domingo de pascua

SERMÓN
Jn 20,1-9   (GEP 27/03/05)

"En el principio -comienza el libro de Génesis- ... dijo Dios: 'Haya luz'; y hubo luz. Y vio Dios ser buena la luz y la separó de las tinieblas; y a la luz llamó día, y a las tinieblas noche. "

Pero el Principio no se encuentra solo en el inicio de los tiempos cuando comienza a expandirse el Universo. El principio no está al comienzo, el principio es el fundamento profundo de la permanente realidad. Y es ese principio, la Palabra de Dios, el que, manifestándose plenamente en el Cristo resucitado, surge en Pascua plenamente a la luz. Hoy es, pues, aparecido en el tiempo, el verdadero comienzo. Hoy empieza Dios a crear de modo definitivo todas las cosas, las que hasta ahora, construidas a medias, estaban condenadas, por las mismas predicciones matemáticas de los astrofísicos, a la extinción en todas las estrellas, a la oscuridad y a la muerte. Hoy, en Cristo, Dios dice 'Haya luz'; y la Luz se levanta del hueco oscuro de la tierra y brilla en todo su esplendor. Surge Cristo de entre las sombras de la muerte, porque " en Él está la Vida y la Vida es la luz de los hombres", dice Juan, parafraseando en su prólogo cristiano el principio del prólogo hebreo del Génesis.

"Y vio Dios ser buena la luz, y la separó de las tinieblas". "Uno sólo es Bueno ", había recordado Jesús al joven rico (Lc 18, 19). El Verbo, la Palabra , es Dios y es Luz. Es palpitar de Ser y relumbrar de Bondad. Las tinieblas, por el contrario, no son. No hay paralelismo ni proporción entre Dios y las tinieblas que no quieren recibirlo. No hay ser en ellas, sino ausencia de ser, falta de luz, carencia de bondad. La tiniebla no existe: lo que existe son los fotones o su carencia. El mal de por sí no es. No tiene vida propia. Solo puede parasitar el ser y el bien, a la manera de un vampiro que termina de matar el ser del cual se alimenta. El mal, lo mismo que el error y la mentira, no pueden cabalgar por si solos, deben montar en lo que es, en lo que por culpa del mal-tiniebla que lo languidece-, no puede crecer. Por ello, mal y mentira, siempre muestran su cara en el bien o en las verdades parciales y engañosas en las cuales viven. Por eso, están separados de la luz; porque ninguna comunión puede haber entre la luz y las tinieblas, entre el ser y la ausencia de ser, entre la bondad y la privación de bien (cf. 2 Cor 6, 14). "La Luz luce en las tinieblas, pero las tinieblas no la acogieron", responde, en eco al relato del Génesis, el prólogo de Juan . La Luz resplandece en el vacío de las sombras, y las sombras la combaten. pero son impotentes para extinguir su fulgor.

"Y a la luz llamó día". Hoy, antes de proclamar el Santo Evangelio de la Resurrección, la Iglesia canta con el salmista: ¡Éste es el Día que hizo el Señor, alegrémonos y jubilemos todos en él, aleluya! (S 117, 24). 'Hoy' es aquel Día que hizo el Señor; el Día con mayúsculas. 'Hoy' es el Dominicus Dies, día del Señor pero, también y sobre todo, Día que es el mismo Señor Resucitado. No veinticuatro horas de rotación de la Tierra , no temporalidad pasajera, no despuntar de un sol que marcha hacia su ocaso, sino Alba de la nueva Creación, mañana definitiva de la humanidad renovada y concluida en Cristo y su Madre bendita, Mediodía radiante que no conoce el anochecer, porque ha surgido para siempre y no declinará.

"Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza, ... Y modeló Dios al hombre de la tierra y le inspiró en el rostro aliento de vida ". Hoy es creado el Hombre nuevo. Nace de la tierra, emerge de lo profundo, y se levanta hacia lo alto, porque -dice San Pablo- en Él habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad (Col 2, 9) y su lugar propio está en los Cielos, en el seno del Padre eterno. Ya no el hombre terreno, sino el celestial.

"Y hubo tarde y mañana, día primero". Ya han pasado ' la hora y el poder de las tinieblas', la noche de la traición, la noche de la pasión, la oscuridad de la muerte. Hoy es la Pascua, el tránsito definitivo, el Día primero. Hoy, traspuestas las puertas de la muerte, de lo profundo se ha levantado el Hombre, el Cristo Resucitado. Y las palabras que el evangelista Juan pone en boca de Jesús antes de la Pasión, alcanzan todo su sentido: " Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre, y Dios ha sido glorificado en Él " (Jn 13, 31).

Levantado hacia lo alto sobre el trono de la Cruz , despojado por la muerte de todo lastre de condición mortal, Jesucristo emerge hoy y se yergue, subiendo a la cumbre más alta de los cielos: " Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios " (Jn 20, 17b). Asciende desde la humanidad a la divinidad, e ingresa en el ámbito inefable de la Trinidad, por amor preparado para el Hombre desde toda la eternidad.

Él, que es el Primogénito de entre los muertos, las Primicias de la Resurrección , nos ha abierto un camino nuevo y vivo -vía hasta entonces intransitable para nosotros- dándonos acceso al Padre.

El camino está expedito. La luz ha vencido a las tinieblas. El día sin ocaso ha comenzado. ' La muerte ha sido absorbida por la victoria' (1 Cor 15, 55; Is 25, 8) y, en Cristo, Dios ha reconciliado al mundo consigo, haciéndonos partícipes, mediante la Gracia, de su vivir. Hasta el día cuando, mediante nuestra propia Pascua, definitivamente transfigurados en Cristo, la gracia que hemos recibido en el bautismo se manifieste enteramente en la Gloria, recreados en el Resucitado Señor.

Felices Pascuas.

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