Sermones de pascua

Pbro. Gustavo E. PODESTÁ



Adviento

1985 - Ciclo A

domingo de pascua

Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 1-9
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto". Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.


SERMÓN


Cleopatra gustaba recordar que una de sus grandes antecesoras había sido Hatsepsut , madre de Tuthmosis III y que, aún siendo mujer, reinó sobre Egipto veintidós años, siendo, con Cleopatra, las dos únicas mujeres que ocuparon el trono de los faraones. Claro que Hatsepsut había vivido mil quinientos años antes que la enamoradiza mujer de Marco Antonio y de César y, en realidad, bastante menos femenina que ésta, porque no quiso ser 'reina' sino 'rey' y, para ello, se vistió de hombre, suprimió las desinencias femeninas de sus nombres y títulos, y adoptó el protocolo de los reyes varones de Egipto. Con excepción, sin embargo -no se animó a tanto-, del tradicional epíteto de "toro poderoso".

Uno de los títulos que aceptó -y que se encuentra grabado por ejemplo en su capilla roja de cuarcita de Karnak -, es el de "imagen viviente de Ra" -el dios sol de los egipcios-, en el famoso obelisco, también de Karnak, "semejanza de Amon-Ra, imagen suya viviente sobre la tierra".

Ya desde el segundo milenio AC se encuentra la inscripción frecuente, referida a los faraones, de "imagen viviente de Ra sobre la tierra". Más adelante, durante la decimonovena dinastía, hacia el 1300 AC, Ramsés II es saludado con estas palabras " Tú eres sobre la tierra la imagen viviente de tu padre Amón " (Amón como Ra es, también, el dios sol) El conocido nombre Tutankamon , del desdichado príncipe de la famosa tumba maldita descubierta en el 1922 e hijo de Akenaton , se descompone en Tut , que quiere decir 'imagen', Ank que significa 'viviente' y Amón = "imagen viviente de Amón". Y hasta en la famosa piedra de Rosetta mucho más reciente que -escrita en caracteres jeroglíficos, demóticos y griegos- permitió a Champollion el desciframiento de la escritura egipcia, el faraón heleno Ptolomeo Epífanes es llamado "imagen viviente de Zeus".

Algo parecido pasa en el ámbito mesopotámico -Sumer, Akkad, Asiria, Babilonia- y ya no voy a aburrirlos con citas: también en ese ámbito el rey es considerado 'imagen viviente' del dios solar.

Porque, por supuesto, además de las imágenes 'vivientes' que eran reyes y faraones, existían las imágenes 'muertas' que eran los ídolos, las representaciones pintadas o esculpidas de los dioses.

Si desde este panorama egipcio-mesopotámico dirigimos nuestra mirada ahora al ámbito del Antiguo Testamento, escrito justamente en medio de estos pueblos y durante ese largo período de los dos mil años que precedieron a Cristo, nos damos cuenta de que, en determinado momento, cuando los hebreos terminan por purificar su concepto de Dios, ponen como su primer mandamiento "no habrá para ti otros dioses delante de mí. No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra".

Porque, para la Biblia y para nosotros, ninguna creatura puede representar, ser imagen de Dios. Y tampoco es Dios el sol o el cielo como creían egipcios y babilonios. Dios está por encima y es trascendente a todo el universo. El universo, ni ninguna de sus partes, son Dios sino que son creados por Dios.

Porque, vean, precisamente lo que creían los egipcios y los mesopotámicos (y también los griegos y los hindúes y los chinos y los budistas y todas las culturas no judeo cristianas) es que lo único que existía era el universo las cosas de arriba y las de abajo, el sol señor del cielo, del arriba, y la tierra y la luna divinidades del abajo. Tampoco admite que ésta divinidad se manifieste o represente en el rey, quien, a la manera que el sol gobierna las estrellas y el tiempo, ordenaba a su pueblo.

Esto es inaceptable para la Biblia , el sol es cuanto más una lámpara que Yhavé ha creado para el hombre. Mucho menos será el rey. Por eso en el templo de Jerusalén, en el 'santo de los santos' no había ninguna estatua, solo el arca de la alianza, hasta que se perdió. Por eso la famosa e histórica polémica contra el becerro o el toro de oro que, a la manera de epíteto "toro poderoso" de los faraones, lo único que quería era representar el poder divino. Pero ese episodio del becerro indica cuan lentamente llegó Israel al concepto de Dios trascendente.

Y por eso es doblemente llamativo que, en el que el relato del génesis que escuchamos en la primera lectura, se diga que el hombre es creado 'a imagen y semejanza de Dios'. Doblemente llamativo, digo, resulta que ahora no son solamente los reyes los únicos 'imagen de Dios', sino que todos los hombres , cada hombre y cada mujer, es creado 'a imagen de Dios'.

Pero hay una tercera razón de asombro. Como Vds saben, la Biblia no es un solo libro, sino muchos libros, escritos en distintas épocas y circunstancias aun el pentateuco, dividido artificialmente en Génesis, Éxodo, Levítico, etc... Es un mosaico de textos de distinta procedencia y tiempo más o menos artificialmente unidos. Y no hay que engañarse: Gn. cap 1 -la primera lectura- a pesar de que figura como el principio de la Biblia , no es el más antiguo, sino uno de los más reciente y modernos pasajes del Pentateuco, con una teología muy elaborada y un concepto de Dios purificadísimo. Este pasaje fue escrito recién en el siglo VI antes de Cristo. Piensen Vds en cambio que el pasaje, de ambiente mítico, sobre el Hombre y Eva ('Adam', 'hombre' en hebreo) es por lo menos cinco siglos más viejo.

Pues bien, nuestro relato está escrito justo en el peor momento de la historia de Israel, en pleno destierro de Babilonia. Jerusalén destruida, Israel y Judá arrasados, el pueblo esclavizado. Y en medio de una civilización especialmente bárbara y cruel en sus costumbres: los babilonios son herederos -aunque morigerados- de los asirios en su bestialidad. Los bajorrelieves que se conservan de la época nos muestran bosques de hombres empalados, cegados, manos y orejas cortadas, y, lo sabemos, sumidos en la esclavitud y la pobreza, las investigaciones arqueológicas nos muestran tumbas la mayoría de hombres jóvenes y niños, terrible mortalidad causada por las enfermedades, las pestes, la falta de higiene, los parásitos, la subalimentación, las fieras, la suciedad.


Sitio de Lakish

¿Cómo es posible que, en este ambiente, en donde apenas los grandes potentados llevaban una vida más o menos humana -y, los demás, peores que bestias, e Israel, en el desastre del destierro y la derrota-, justamente allí, nazca la afirmación de que todo hombre es creado a imagen y semejanza de Dios? Y no del dios sol, sino de Yaveh? Y más cuando una de las cualidades principales de los dioses era la inmortalidad -se suponía que los reyes y emperadores y faraones seguían luego viviendo en apoteosis y se les dedicaba templos-. ¿No era un mentís solemne a esta afirmación teológica: "el hombre creado a imagen y semejanza de Dios" la caducidad, pobreza, miseria y mortalidad de los hombres que se veía alrededor? ¿Esa pobre humanidad sacudida por el infortunio, el dolor, la peste, el hambre, la guerra y la muerte -e Israel en medio de ella- podía pretender ser creada a imagen y semejanza de Dios?

Vean, es algo del asombro y de la risa que causa cuando la revolución moderna afirma que el universo, la materia es Dios, que el hombre es Dios. Ya desde Giordano Bruno que volvía a afirmar como los antiguos paganos " el universo es Dios ". O como Marx " el universo material se basta a sí mismo y el hombre es su autoconciencia divina ". O como decía, a partir de Hegel, Engels y Lenin : "hasta ahora la cuestión ha estado planteada siempre así: ¿Qué es Dios? Y nosotros respondemos de este modo: Dios es el hombre ". Lo mismo que decían Saint Simon, Comte, Proudhon, Feuerbach. L o mismo que imponía al mundo la Revolución Francesa , cuando destronando a la Virgen de Notre Dame en París, ponían en su lugar a la Diosa Razón, personificación del hombre. Lo mismo que está implícito en toda la filosofía y revolución modernas inspiradas en la Cábala y la masonería: " El universo, el hombre, el estado son divinos, son dios "

Pero ¿Cómo no nos vamos a reír de esta afirmación disparatada de la divinización del universo y del hombre, cuando vemos que el universo en expansión se encamina a los linderos de la nada y la entropía en aumento lo condena a la muerte térmica y al apagarse un día de todas las estrellas? ¿Cómo no nos vamos a reír de este hombre que se dice divino cuando su vida no puede prolongarse mucho más de los ochenta años y que, a pesar de sus satélites y sus computadoras y sus tomografías computadas y de sus viajes a Marte y a la Luna todos terminamos tarde o temprano de bruces en el polvo? Y aún las naciones desaparecen. Y aún la humanidad porque aún si llega a subsistir mucho más a una conflagración atómica terminará en la oscuridad y el frio de la muerte con todo el universo.

¿Cómo va a ser Dios un dios que se gasta, un dios que se muere? Vean, por eso, el ateísmo -que lo que hace es declarar que el universo se basta, se explica a sí mismo (lo cual es la definición de Dios: bastarse a sí mismo, explicarse a sí mismo)- el ateísmo es un solemne disparate: contradice al sentido común, a la razón, a los datos de la ciencia.

Pero entonces ¿qué quiere decir nuestro relato o himno del Génesis cuando afirma que el hombre ha sido creado 'a imagen y semejanza de Dios'? ¡Y del verdadero Dios, no el sol o el universo o la tierra o la humanidad, o el Estado!

¿Qué es esta afirmación hecha por el autor en medio de la miseria y del espectáculo del mal y de la muerte? ¿Cómo puede afirmar, además, que "vio Dios que esto -el hombre- era muy bueno"? De todo lo demás dice simplemente que "era bueno".

Y es que, vean, nosotros solemos leer equivocadamente este primer capítulo como si se tratara del comienzo de algo ocurrido allá en el Big Bang, allá cuando aparece el Pitecántropo o el 'hombre de Neanderthal'. No es así: este relato -que no es relato- es una especie de prólogo solemne a toda la revelación compuesto a la manera de poema metafísico y que nos expone no el principio en el tiempo sino el principio en la intención divina, el sentido, el propósito de la historia del cosmos, creado y sostenido por Dios. Eso es lo que quiere recalcar el autor cuando Dios crea al Hombre. A diferencia de cuando crea las demás cosas cuando se propone crear al ser humano hace un alto, delibera, " hagamos " -dice-, marca el propósito.

De allí que este poema presenta primero a Dios: "Dios" -dice- "no es el cielo y la tierra" (como pensaban los paganos, como piensan los modernos); nada de lo que hay en el mundo, ni el mar, ni los peces, ni las profundidades ni las alturas, ni los animales ni la naturaleza, ni la conciencia del hombre es divino ni mágico. No hay duendes, ni hadas, ni genios, ni espíritus. Todo, aún el famoso dios sol y la famosa diosa luna y la famosa diosa tierra, son objetos creados para servicio del hombre. Todo distinto de Dios, que es trascedente al universo.

Sin embargo el hombre no cierra su destino solamente en el mundo, ni adorando su vida, ni los bienes de esta tierra, ni terminando en la muerte. El autor del texto todavía no tiene la luz del evangelio pero, lo mismo, levanta la mirada a una esperanza confusa, a ese séptimo día de descanso y bendición. El hombre no está hecho para la miseria, el mal, el rey, el déspota, el estado, o la muerte. A pesar de todo lo que el autor ve a su alrededor el hombre -afirma- en el propósito divino está hecho para ser "imagen y semejanza de Dios".

No Dios, ni estrictamente "imagen", como los faraones y los reyes: el hebreo es matizado. Imagen traduce un término -" selem "- que, en su etimología, lleva el significado de la palabra "sombra". Como para decir el hombre nace signado con una especial afinidad a Dios, está ubicado en una categoría distinta al resto de las creaturas, en el sentido de que, entre todos los seres creados, es el único que se puede constituir como un "tu" para Dios, como 'alguien' que puede dialogar con Dios. Pero esto -el ser imagen- es solo una posibilidad que todo hombre tiene. Tanto que el autor disminuye más la noción de "imagen", añadiéndole otro concepto "semejanza". En hebreo " demut ", que quiere decir proyecto, mapa, plano, esbozo.

Quiere decir pues nuestro texto que el hombre, todo hombre, no es Dios, pero tiene la capacidad de Dios. Es un 'proyecto de Dios', que ha de realizar según Dios.

Y todo el drama de la Biblia es precisamente que ni los hombres en general ni los judíos en particular responden a esta vocación de diálogo con Dios, ni de realización de sí mismo de acuerdo al proyecto de Dios. Al contrario, se declaran, de entrada, según Gn. 3, autónomos, dioses, o adoran la naturaleza y la riqueza. Se cierran en lo puramente humano, en lo terreno, en lo que es puro proyecto todavía y allí, además de su destino de muerte de proyectos abortados, esta lejanía de Dios y de la luz sume a la humanidad en perpetua lucha de egoísmos y multiplica los dolores, las esclavitudes, las guerras, las soledades, y aun las enfermedades

Pero el Antiguo Testamento solo se queda en una confusa esperanza, en proyecto vago, en imagen y semejanza desteñida y pervertida por las desviaciones de los hombres y las del propio Israel.

La luz que se ha ido abriendo paso, poco a poco, en la historia de la humanidad, muy lentamente en el paleolítico, más aceleradamente en el neolítico y en la historia cercana de Israel, se hace finalmente clara y resplandeciente en Jesús de Nazaret.

Porque Él finalmente es la definitiva imagen -" eikon ", dice Pablo- de Dios y, por lo tanto, ejemplo, paradigma para el hombre, que quiera o acepte intentar alcanzar el destino al cual lo proyecta Dios.

Cristo resucitado marca, precisamente, la meta a la cual apunta toda la creación: ser, en el diálogo con el Padre, en la participación de las riquezas divinas, la plena imagen de Dios. Pero el proyecto, el mapa, el camino, es el mismo camino de Jesús de Nazaret, a través de su imitación, haciéndonos a Su imagen y semejanza, podemos llegar a la divinización. Imitación que pasa justamente por no declararnos ya divinos, autónomos sino aceptar que somos creaturas, que hay leyes creadora que no dependen de nosotros, ni de cámaras de diputados o senadores y que debemos aceptar sin declarar soberbiamente nuestra autonomía -como lo hacen la Revolución y el individualismo modernos- y, finalmente, cuando no hay remedio, aceptar también la última prueba de nuestra creaturidad y nuestro límite -y, por lo tanto, de nuestra fe en Dios- que es el dolor y la muerte, a imagen de la Cruz de Jesús.

Por eso Pablo habla como de un progreso: al principio el hombre es terreno, llevamos dice "la imagen del hombre terreno" pero llevaremos un día "la imagen del hombre celestial".

Es en Cristo Jesús que "aún siendo de condición divina -dice también Pablo a los filipenses- (¡cuánto más nosotros que somos nada más que hombres!)- es en Él que, "aceptando la condición humana la aceptó hasta la muerte y muerte cruz", es allí, en donde encontramos marcado el camino de la semejanza a través de la cual alcanzaremos la perfección de la imagen celestial.

Por eso la creación recién se acaba, culmina, en Cristo. La Resurrección de Jesús, su sentarse a la derecha del Padre, es ahora el último día, el de la definitiva creación, el octavo, el día del Señor, el domingo perfecto.

Y hacia allí apuntamos también nosotros, desde el proyecto del génesis, habiendo aceptado, desde ya, por la fe, nuestro límite, nuestra obediencia y nuestra muerte al hombre terreno, muerte representada en el bautismo.

Y, desde ahora, desde hoy, en la alegría de saber hacia dónde vamos y para qué Dios nos creó: "la perfecta participación de la vida divina que ha logrado Cristo Jesús", aceptamos gozosos el proyecto de una vida entregada a la construcción y a la lucha, al amor y servicio de Dios y de la patria y de los demás, con la fortaleza y serenidad que da el saber que ninguna entropía, ningún enemigo, ninguna revolución, ninguna enfermedad o muerte, podrán interponerse entre nuestro proyecto y ansias de Vida, y su definitiva realización.

¡Felices Pascuas!

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